Un hallazgo arqueológico en Inglaterra ha revelado lo que podría ser la primera evidencia física de combate entre gladiadores y animales en la época romana. Los restos de un hombre, que vivió entre los 26 y 35 años, fueron encontrados en un cementerio que los arqueólogos consideran un “cementerio de gladiadores” en York, donde se descubrieron marcas de mordedura de un gran felino, probablemente un león, en la pelvis del individuo. Este hallazgo, que data de hace entre 1,825 y 1,725 años, fue documentado en un estudio publicado en la revista PLOS One.
El cementerio de Driffield Terrace, donde se recuperaron los restos, ha sido objeto de excavaciones desde que se descubrieron 82 esqueletos de hombres jóvenes y en buena forma en un documental de 2010 titulado “Gladiadores: Volviendo de la muerte”. Aunque se ha documentado la lucha entre humanos y animales en textos y obras de arte de la época romana, la evidencia física sobre estas batallas ha sido escasa. Tim Thompson, el autor principal del estudio y profesor de antropología, destaca que este descubrimiento cambia la percepción sobre la cultura del entretenimiento en la época romana, sugiriendo que tales enfrentamientos eran parte integral de la vida en regiones más alejadas de Roma.
Los análisis de las marcas en el esqueleto indicaron que las lesiones eran características de mordeduras de un gran felino. Este hallazgo se suma a la comprensión de que los gladiadores, considerados en su tiempo como atletas, tenían que enfrentarse no solo a otros humanos, sino también a bestias salvajes traídas de diversas partes del imperio. La presencia de leones en York también plantea interrogantes sobre cómo estos animales llegaron a la región, ya que se sabe que eran transportados a través de rutas comerciales establecidas. Este descubrimiento ofrece una nueva visión de la cultura de espectáculos en la antigua Roma, revelando cómo los gladiadores podían alcanzar fama y, en algunos casos, incluso comprar su libertad.
