
En el actual panorama filantrópico, los donantes de alto poder adquisitivo se enfrentan a un contexto cada vez más complejo y cargado de incertidumbre. Las recientes decisiones gubernamentales, como los recortes en la financiación pública, han generado un aumento en la demanda de apoyo económico por parte de diversas organizaciones, mientras que las batallas políticas han complicado la forma en que los filántropos deciden contribuir. Esta dinámica se ha vuelto especialmente notable en Estados Unidos, donde las tensiones políticas han llevado a muchos donantes a adoptar un enfoque más cauteloso en sus aportaciones.
Un claro ejemplo de esta situación se observa en la Universidad de Harvard, que ha experimentado un notable incremento en las donaciones a raíz de su confrontación con la administración Trump, que congeló más de 2.000 millones de dólares en financiación federal tras la negativa de la institución a someterse a ciertas exigencias. Este episodio ha resuelto en un aumento de casi 4.000 donaciones en un corto periodo, totalizando más de 1,1 millones de dólares, lo que refleja una respuesta solidaria ante la presión política.
La presión sobre la filantropía y las organizaciones sin ánimo de lucro
El entorno actual ha llevado a muchos filántropos a replantearse sus estrategias. Algunos donantes potenciales han optado por mantenerse en un perfil bajo para evitar ser atrapados en la contienda política, mientras que otros se sienten incómodos al criticar abiertamente a las instituciones que consideran han adoptado posturas demasiado ideológicas o partidistas. Este fenómeno ha sido exacerbado por la creciente dependencia de las organizaciones sin ánimo de lucro de un número cada vez más reducido de donantes de gran riqueza, que representan el 38% de las donaciones caritativas a nivel mundial, según un informe de Altrata.
Los expertos en filantropía señalan que muchos donantes se encuentran en una fase de evaluación, considerando cómo mitigar los riesgos asociados con sus contribuciones y cómo proteger a sus socios beneficiarios. La urgencia por financiar organizaciones ha aumentado notablemente, similar a las primeras etapas de la crisis del Covid-19, y ha llevado a algunas instituciones a fusionarse o incluso cerrar operaciones en el extranjero.
En este entorno, iniciativas como el «Meet the Moment» lanzadas por el Trust-Based Philanthropy Project han surgido como un intento de los filántropos de reafirmar su compromiso con las organizaciones en crisis, aunque estas contribuciones se realizan de forma más discreta para evitar la atención gubernamental. Como ha destacado Shelley Trott, directora ejecutiva de la Kenneth Rainin Foundation, la politización del trabajo filantrópico ha complicado el panorama, pero también ha galvanizado a algunos filántropos para alzar su voz en defensa de la libertad de dirigir recursos privados hacia las causas que consideran relevantes.
En este contexto desafiante, los donantes enfrentan el dilema de cómo priorizar sus aportaciones ante una necesidad apremiante, lo que ha ralentizado el proceso de toma de decisiones. La situación actual no solo plantea interrogantes sobre el futuro de la filantropía, sino que también pone de manifiesto la importancia de un entorno político que permita la libre expresión y la solidaridad a través de la acción filantrópica.