
Un equipo de astrónomos liderado por la Universidad de Cambridge ha captado la atención mundial tras anunciar lo que ellos consideran la «prueba más sólida» de la existencia de vida más allá de nuestro sistema solar. Su afirmación se basa en la detección de gases sulfurados en la atmósfera de un exoplaneta, K2-18b, que normalmente se asocian con procesos biológicos en la Tierra. Sin embargo, un análisis independiente realizado por Jake Taylor, investigador de la Universidad de Oxford, ha puesto en duda la validez de estos hallazgos. Utilizando una prueba estadística básica, Taylor encontró que los datos eran consistentes con una «línea plana», lo que sugiere que el ruido en los datos podría ser demasiado alto o que la señal es demasiado débil para llegar a conclusiones definitivas.
El descubrimiento inicial de dimetil sulfuro (DMS) en K2-18b, un exoplaneta que tiene casi nueve veces la masa de la Tierra y se encuentra a 120 años luz en la zona habitable de su estrella, fue anunciado en 2023. Este hallazgo se realizó con un instrumento del Telescopio Espacial James Webb (JWST). Sin embargo, a pesar del entusiasmo generado por este anuncio, científicos ajenos a la investigación han advertido que los resultados son preliminares y presentan varias limitaciones. Entre estas se encuentra que la detección se reportó con una significancia de tres sigma, lo que indica una probabilidad del 0,3% de que sea un error, muy por debajo del estándar de cinco sigma que se requiere para consideraciones científicas sólidas.
Las críticas también han surgido en relación a la ausencia de otras moléculas esperadas que suelen acompañar al DMS, así como la posibilidad de que el modelo utilizado en el análisis inicial haya inflado la significancia de la detección. Mientras tanto, el debate se amplía a la habitabilidad de K2-18b, ya que investigaciones recientes sugieren que el planeta podría estar demasiado cerca de su estrella para permitir la existencia de agua líquida en su superficie. Esto contradice las conclusiones previas sobre su potencial como un mundo oceánico. Ante esta incertidumbre, los expertos coinciden en que se requieren más análisis independientes para determinar si las señales detectadas realmente representan DMS o si son simplemente artefactos del ruido en los datos.