
El pasado miércoles, la Reserva Federal de Estados Unidos decidió mantener sin cambios su tasa de interés clave, mientras observa la evolución de las políticas comerciales del gobierno de Trump y su impacto en una economía que muestra signos de desaceleración. Este movimiento, que no sorprendió a los analistas dados los niveles de incertidumbre que dominan el panorama político y económico, mantiene la tasa de referencia entre el 4,25% y el 4,5%, donde se ha situado desde diciembre.
En su declaración posterior a la reunión, el Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) destacó la volatilidad actual y cómo esta influye en las decisiones de política monetaria. «La incertidumbre sobre las perspectivas económicas ha aumentado aún más», señala el comunicado. «El Comité está atento a los riesgos de ambos lados de su mandato dual y juzga que los riesgos de un aumento del desempleo y de la inflación han crecido».
Un escenario de estanflación posible
La búsqueda del equilibrio entre los dos elementos del mandato dual de la Fed, que son el pleno empleo y la estabilidad de precios, se ha vuelto más compleja en medio de la presión ejercida por las tarifas impuestas por la administración Trump. La declaración sugiere que las tarifas pueden agravar la inflación y, al mismo tiempo, ralentizar el crecimiento económico, lo que podría dar lugar a un escenario de estanflación, una situación que no se observaba en Estados Unidos desde principios de los años 80.
Los responsables de la política económica coinciden en que la situación actual de la economía de EE. UU. se mantiene relativamente sólida, lo que permite a la Fed adoptar un enfoque paciente a la hora de calibrar su política monetaria. Jerome Powell, presidente de la Fed, reafirmó esta idea durante la rueda de prensa posterior a la reunión, afirmando que «la economía sigue en buena forma».
Las deliberaciones de la Fed se producen en un contexto en el que la Casa Blanca se encuentra inmersa en negociaciones con sus principales socios comerciales, tras la imposición de tarifas del 10% sobre las importaciones y la amenaza de otros aranceles «recíprocos» en función de la evolución de las conversaciones. A pesar de los cambios constantes en los titulares relacionados con la guerra comercial, la economía ha mostrado señales contradictorias en cuanto al crecimiento, la inflación y la confianza tanto de consumidores como de empresarios.
El producto interior bruto (PIB), que es la medida más amplia del rendimiento económico, cayó un 0,3% en el primer trimestre, afectado por una desaceleración en el gasto de los consumidores y del gobierno, así como por un aumento en las importaciones. La mayoría de los economistas de Wall Street anticipan que la economía volverá a experimentar un crecimiento positivo en el segundo trimestre.
El comunicado del FOMC señala que las «variaciones en las exportaciones netas han afectado los datos» y se adhiere a su caracterización reciente de que la economía «ha continuado expandiéndose a un ritmo sólido». En efecto, el crecimiento del empleo ha mantenido su curso a pesar de los esfuerzos de Trump por reducir la plantilla del gobierno federal. En abril, se añadieron 177,000 empleos no agrícolas, mientras que la tasa de desempleo se mantuvo en el 4,2%, lo que proporciona un margen de maniobra a la Fed en caso de que se prevea una desaceleración económica.
La inflación ha mostrado una tendencia a la baja, acercándose al objetivo del 2% que tiene la Fed, pero se espera que las tarifas resulten en un aumento temporal de los precios. Trump ha instado a la Fed a reducir las tasas a medida que la inflación se ha moderado. La medida preferida por el banco central revela que la inflación general se sitúa en el 2,3% y en un 2,6% en el núcleo, que excluye alimentos y energía.
Sin embargo, como en todos los aspectos de la economía, todo depende de lo que ocurra con las tarifas.