La sequía y la inseguridad alimentaria amenazan la agricultura en Nigeria
Umaru Muazu, un agricultor de 62 años en el estado de Sokoto, en el noroeste de Nigeria, enfrenta una dura realidad tras dos décadas dedicadas a su cultivo. La escasez de agua ha transformado su 5 hectáreas de terreno en un paisaje desolador, donde una charca turbia es todo lo que queda de un río cercano. Incapaz de costear la perforación de un pozo para irrigar sus cultivos de mijo y maíz, Muazu considera abandonar la agricultura, una actividad que antes le permitía obtener buenos rendimientos.
El cambio climático se ha convertido en un desafío significativo para la agricultura en Nigeria, el país más poblado de África. Las prolongadas sequías y las olas de calor extremo han provocado que los cuerpos de agua se sequen, alargándose la temporada árida. Aunque la temporada de lluvias puede traer precipitaciones excesivas, su duración es corta. Esta situación se agrava en un país donde, según el Programa Mundial de Alimentos (PMA), 31 millones de personas ya enfrentan inseguridad alimentaria. Los esfuerzos para recuperarse de un desastre climático se ven superpuestos por el siguiente, según Chi Lael, portavoz del PMA.
Más del 80% de los agricultores en Nigeria son pequeños productores, responsables del 90% de la producción agrícola anual del país. Muchos de ellos trabajan sus tierras con herramientas rudimentarias y a menudo se ven obligados a lidiar con bajos rendimientos debido a la falta de infraestructura adecuada, como embalses, que podría mitigar los efectos del cambio climático. La falta de datos sobre la disminución de los cuerpos de agua pequeños en el norte complica aún más la situación, aunque los agricultores afirman que la tendencia ha empeorado. En el estado de Adamawa, por ejemplo, la escasez de agua ha afectado más de 1.250 hectáreas de tierras cultivables, interrumpiendo el suministro de alimentos y los medios de vida.
