
El invierno representa un desafío significativo para las colonias de abejas melíferas, especialmente en climas templados. Para asegurar su supervivencia, estos insectos deben mantener la temperatura adecuada dentro de la colmena y criar a la próxima generación de trabajadoras. En este contexto, la disponibilidad de polen de diversas flores juega un papel crucial.
Investigadores de la Universidad Julius-Maximilians de Würzburg (JMU) han descubierto que no solo la cantidad de alimento es importante, sino también la diversidad de las plantas que proporcionan polen. Este estudio, liderado por el profesor Ingolf Steffan-Dewenter, forma parte del proyecto europeo BeeConnected y sus resultados han sido publicados en el Journal of Applied Ecology.
Una dieta equilibrada para abejas resilientes
Al igual que los humanos, las abejas requieren una variedad de nutrientes, que incluyen aminoácidos, ácidos grasos, vitaminas, proteínas y minerales. Tal como explica la bióloga Giulia Mainardi, estudiante de doctorado en el proyecto, «una dieta rica y equilibrada no solo asegura un desarrollo exitoso de la cría, sino que también promueve la salud general de la colonia de abejas; y las abejas saludables son más resistentes a los factores de estrés».
El desarrollo de las abejas de invierno, que sostienen a la colonia durante los meses fríos, también depende del acceso a recursos alimentarios de alta calidad. Los investigadores se propusieron determinar cómo influyen los diferentes paisajes y condiciones climáticas en la tasa de supervivencia de las colonias de abejas melíferas. Para ello, analizaron la diversidad del polen recolectado por las abejas en Alemania, Francia y Grecia, así como el número de días en los que pudieron forrajear debido al clima.
Diversidad de polen a medida que cambian las estaciones
Los resultados revelaron que las áreas con un alto uso agrícola ofrecen a las abejas una mayor diversidad de polen en otoño, probablemente gracias a medidas agroambientales como la agricultura ecológica, franjas florales y la siembra intercalada. En contraste, durante el verano, la diversidad de polen es mayor en áreas más naturales, donde existe una gama más amplia de plantas cuando las zonas agrícolas carecen de flores tras el periodo de floración del cultivo dominante.
El estudio concluyó que la supervivencia de las colonias de abejas es significativamente más alta en lugares con una gran diversidad de polen. Sin embargo, los resultados en relación con las condiciones climáticas fueron menos concluyentes. Steffan-Dewenter explica que «la supervivencia de las colonias durante el invierno depende no solo de parásitos como el ácaro Varroa y de condiciones climáticas adversas, sino también de la calidad de los recursos alimentarios».
Los investigadores recomiendan encarecidamente la preservación y mejora de la diversidad floral, fomentando la cooperación entre apicultores, agricultores, urbanistas y conservacionistas. Esta iniciativa no solo beneficiaría la salud de las abejas melíferas, sino que también aseguraría servicios de polinización, altos rendimientos agrícolas y contribuiría a la seguridad alimentaria de los humanos.