
En el mes de abril de 2025, un SUV Ford Expedition de color blanco y con detalles en bronce salió de la línea de producción de la planta de camiones de Ford en Kentucky. Aunque este vehículo fue ensamblado por trabajadores estadounidenses, su contenido revela una dependencia significativa de componentes fabricados fuera de las fronteras de Estados Unidos. Según un etiquetado visible en el propio vehículo, al menos el 58% de sus partes principales se fabricaron en el extranjero, incluyendo un 22% proveniente de México, destacándose entre ellos el motor Ecoboost V-6 de 3.5 litros, un componente esencial de la máquina.
Este ejemplo ilustra la complejidad de la cadena de suministro automotriz global y la realidad de que incluso las marcas más emblemáticas de Estados Unidos, como Ford, dependen en gran medida de insumos extranjeros. La planta de Kentucky, donde laboran más de 9,000 personas, es el tipo de instalación que el expresidente Donald Trump ha presionado para que se establezca en el país, mediante la implementación de aranceles agresivos.
Tras la imposición de aranceles del 25% a vehículos y partes importadas, los fabricantes de automóviles iniciaron un esfuerzo por resaltar sus inversiones en territorio estadounidense y localizar sus cadenas de suministro. Sin embargo, especialistas advierten que, a pesar de los beneficios económicos que podría conllevar la producción completamente nacional, esto no es viable en la actualidad. Martin French, un ejecutivo de la industria, señala que algunas partes que se fabrican en el extranjero seguirán siendo más baratas de producir que en Estados Unidos, incluso considerando los aranceles impuestos.
La falta de plantas de procesamiento y producción para materiales básicos como el acero, el aluminio y los semiconductores en el territorio estadounidense complica aún más la posibilidad de una producción totalmente nacional. Establecer nuevas fábricas o minas requeriría una inversión y un tiempo considerable, lo que dificulta alcanzar el objetivo de un vehículo 100% fabricado en Estados Unidos en el corto plazo.
Desafíos de la producción automotriz en EE.UU.
El aumento de los costos de producción podría llevar a precios prohibitivos para los consumidores, lo que a su vez podría resultar en una menor demanda y una producción reducida. El CEO de Ford, Jim Farley, ha comentado que si cada vehículo alcanzara un precio de 50,000 dólares, la empresa no podría competir de manera efectiva.
Los datos indican que un porcentaje significativo de piezas, como arneses de cableado y microchips, actualmente provienen principalmente de Asia, y alcanzar un umbral del 100% de fabricación estadounidense podría incrementar el costo de producción en miles de dólares. Expertos han indicado que sería poco realista, si no imposible, que una empresa obtenga beneficios al tratar de fabricar un vehículo completamente estadounidense en este momento, dado que los costos de producción son significativamente más altos en Estados Unidos que en otros países como México o China.
Un análisis de la situación revela que, aunque la idea de un vehículo 100% americano es atractiva, la realidad del mercado global y la cadena de suministro actual presentan desafíos enormes. La tendencia hacia la globalización ha llevado a una disminución del contenido nacional en los vehículos, y las marcas de lujo son especialmente dependientes de componentes extranjeros. Sin embargo, el interés por vehículos con mayor contenido nacional ha aumentado, en parte gracias a las políticas y retórica nacionalista promovidas en los últimos años.