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La ciencia del «manu jumping»: así se crean los espectaculares chapuzones en Nueva Zelanda[embed]https://www.youtube.com/watch?v=OvlZ7z8WHKg[/embed][embed]https://www.youtube.com/watch?v=u_pGKZcEL-g[/embed][embed]https://www.youtube.com/watch?v=YrizpB-vZIQ[/embed][embed]https://www.youtube.com/watch?v=z8NflIB_0f4[/embed]

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mayo 16, 2025

El «manu jumping» es un deporte que, aunque poco conocido en España, cobra gran relevancia en Nueva Zelanda, especialmente dentro de la comunidad Māori. Esta práctica consiste en saltar desde plataformas, puentes o muelles con el objetivo de generar el mayor y más espectacular chapoteo posible. Mientras que los saltadores olímpicos buscan minimizar el impacto al caer en el agua, los competidores de manu jumping persiguen justo lo contrario: crear un gran espectáculo acuático.

Este deporte ha ganado popularidad y cuenta con competiciones como el Z Manu World Champs, donde los participantes son evaluados por la altura y el tamaño de sus salpicaduras. Actualmente, se ha registrado un impresionante chapoteo de más de 10 metros de altura.

La ciencia detrás del chapoteo

Recientemente, un grupo de investigadores se ha adentrado en el estudio de esta práctica, analizando vídeos virales de manu jumping en plataformas como TikTok y YouTube. Su investigación, publicada en la revista Interface Focus, revela que, al igual que en la natación y el buceo, la entrada de un cuerpo en el agua implica una serie de maniobras aerodinámicas y subacuáticas que determinan el tamaño del chapoteo.

En el momento de impacto con el agua, se producen dos tipos de salpicaduras: la primera es la «crown splash», que se genera en el instante en que el cuerpo rompe la superficie. La segunda, conocida como «Worthington splash», es la que proyecta el agua hacia arriba de manera espectacular. Para maximizar esta última, los saltadores deben dominar una serie de técnicas específicas durante el salto y la entrada al agua.

Los investigadores analizaron 75 vídeos de saltos, observando que los saltadores suelen aterrizar con las glúteos primero, adoptando una postura en forma de V con sus piernas y torso. Una vez bajo el agua, realizan un movimiento de rodillo y extienden su cuerpo, lo que aumenta la cavidad de aire creada por el salto. Este proceso culmina en un tiempo de “pinch-off”, cuando la cavidad se colapsa, enviando una potente proyección de agua hacia arriba.

En sus experimentos, los científicos recrearon estos movimientos en un acuario, utilizando proyectiles en forma de V impresos en 3D. Descubrieron que un ángulo de entrada de 45 grados produce los chapoteos más altos y rápidos, corroborando lo observado en los saltadores humanos. Sin embargo, ángulos superiores a este incrementan el riesgo de lesiones por aterrizajes bruscos.

En un avance más, los investigadores desarrollaron un robot llamado Manubot, que simula los movimientos humanos durante el salto. Este dispositivo les permitió determinar el momento óptimo para abrir el cuerpo en el agua, concluyendo que para una persona de 1,70 metros que salta desde un metro de altura, abrirse entre 0,26 y 0,3 segundos después de entrar al agua es crucial para maximizar el chapoteo.

A pesar de los avances, los científicos reconocen que la complejidad del cuerpo humano, incluyendo la distribución del peso y la flexibilidad, introduce variables que sus modelos actuales aún no pueden replicar completamente. Sin embargo, sus hallazgos subrayan que el arte de crear un gran chapoteo no es cuestión de suerte, sino de una serie de maniobras coordinadas y precisas.

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Diario obrero y republicano fundado el 14 de Abril de 2006.