Las recientes elecciones federales en Australia han dejado al partido conservador Liberal/Nacional en una situación crítica, con una derrota aplastante que ha llevado a la pérdida de 50 escaños en la Cámara de Representantes. Mientras el partido Labor, en el poder, ha conseguido 93 asientos, la coalición conservadora se ha reducido a solo 43. Esta situación ha generado un debate interno sobre el futuro de la política conservadora en el país, similar a lo que se ha observado en el Reino Unido.
Un desarrollo notable en este contexto ha sido la decisión del partido Nacional de no renovar su acuerdo de coalición con los Liberales, un pacto que había perdurado durante décadas. Este quiebre podría abrir la puerta a la formación de un nuevo partido populista en Australia, similar al partido Reform en el Reino Unido, que ha ganado terreno en un contexto de descontento con los partidos tradicionales.
El auge del populismo y la crisis de los partidos tradicionales
En el Reino Unido, el partido Reform ha surgido como una alternativa significativa ante la falta de representación de los votantes descontentos con los partidos mayoritarios, que se perciben como representantes de una élite desconectada de la realidad de los ciudadanos. Este fenómeno ha sido impulsado por una serie de políticas que resuenan con los valores de los votantes, tales como la oposición a la inmigración masiva y la defensa de los valores tradicionales británicos.
En Australia, el descontento con la oposición conservadora ha ido en aumento durante la última década, pero hasta ahora no ha surgido un partido populista que canalice este descontento. Sin embargo, la reciente pérdida electoral y la posterior división en la coalición conservadora sugieren que este escenario podría estar cambiando. La lucha interna entre los moderados y los conservadores más radicales dentro del partido Liberal ha reavivado el debate sobre la identidad y los valores del partido, sin que ninguna de las facciones logre proporcionar una solución clara.
El senador Matt Canavan, del partido Nacional, ha sido uno de los pocos en abogar por un programa populista, desafiando a la dirección moderada de su partido. Aunque su intento de liderazgo fracasó, su propuesta ha puesto de relieve la necesidad de un cambio en la política conservadora, que actualmente se encuentra en un estado de confusión y división. Canavan ha propuesto políticas que incluyen la eliminación de los compromisos con el «net zero» y la explotación de los recursos naturales de Australia, buscando así conectar con los intereses de los trabajadores y los agricultores.
La situación actual de la coalición conservadora es insostenible. La elección de Susan Ley como nueva líder del partido Liberal, en medio de una lucha interna por el control, ha sido vista como un intento fallido de revitalizar el partido. Ley, que ha abogado por cuotas de género, representa una continuidad de las políticas que han llevado al partido a su actual estado de crisis. La falta de una dirección clara y la incapacidad para diferenciarse del partido Labor han dejado a los conservadores en una posición precaria.
La historia política de Australia sugiere que, para que los conservadores recuperen su relevancia, deben aprender de las lecciones del pasado. La figura de Robert Menzies, quien fundó el partido Liberal en 1944, es un recordatorio de que la renovación política requiere una visión clara y un compromiso con los valores que resuenen con la ciudadanía. Sin embargo, la actual lucha interna y la falta de un liderazgo decisivo han impedido que los conservadores australianos sigan este camino.
El futuro de la política conservadora en Australia parece incierto, pero la posibilidad de un nuevo partido populista podría ofrecer una salida a los políticos descontentos con la dirección actual de la coalición. A medida que la popularidad del gobierno laborista de Anthony Albanese comienza a desvanecerse, los conservadores tienen una oportunidad para redefinir su mensaje y reconectar con los votantes que se sienten abandonados por los partidos tradicionales.
