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Un nuevo estudio revela cómo la Luna pudo haber tenido un campo magnético temporal

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mayo 24, 2025

Durante años, la comunidad científica se ha preguntado sobre el misterioso magnetismo de la Luna. A pesar de que las misiones espaciales han detectado indicios de un campo magnético significativo en algunas rocas lunares, el satélite natural de la Tierra no presenta actualmente ningún magnetismo inherente. Recientemente, un grupo de científicos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) ha presentado un nuevo enfoque que podría explicar esta paradoja.

Un antiguo campo magnético y un impacto masivo

En un estudio publicado en la revista Science Advances, los investigadores sugieren que la combinación de un antiguo y débil campo magnético, junto con un impacto de gran magnitud, pudo haber creado temporalmente un campo magnético fuerte, localizado en el lado opuesto de la Luna. Utilizando simulaciones detalladas, el equipo demostró que un impacto, como el de un asteroide grande, podría haber generado una nube de partículas ionizadas que envolvieron brevemente la Luna. Este plasma habría circulado alrededor del satélite y se habría concentrado en la cara opuesta al lugar del impacto, interactuando con el campo magnético débil de la Luna y amplificándolo momentáneamente.

Este fenómeno explicaría la presencia de rocas altamente magnéticas detectadas en una región cercana al polo sur, en el lado oculto de la Luna. Curiosamente, una de las cuencas de impacto más grandes, la cuenca de Imbrium, se encuentra en el lugar exacto opuesto de la cara visible de la Luna. Los investigadores suponen que el impacto que creó esta cuenca pudo haber liberado la nube de plasma que desencadenó el proceso descrito en sus simulaciones.

Isaac Narrett, autor principal del estudio y estudiante de posgrado en el departamento de Ciencias de la Tierra, Atmosféricas y Planetarias del MIT, afirma que, aunque existen grandes partes del magnetismo lunar que aún no se comprenden, la mayoría de los campos magnéticos fuertes medidos por las naves espaciales en órbita pueden explicarse mediante este nuevo modelo.

Las muestras de la superficie lunar recogidas durante las misiones Apolo de la NASA en las décadas de 1960 y 1970, así como las mediciones globales realizadas por naves espaciales en órbita, han mostrado signos de magnetismo residual, especialmente en el lado oculto de la Luna. Sin embargo, la explicación habitual de este magnetismo ha sido la existencia de un campo magnético global, generado por un «dínamo» interno. A diferencia de la Tierra, que presenta un campo magnético notable, se cree que el núcleo de la Luna, más pequeño, podría haber producido un campo mucho más débil.

En sus simulaciones, los investigadores asumieron que la Luna albergaba un dínamo que generaba un campo magnético propio, aunque débil, estimando que dicho campo podría haber sido unas 50 veces más débil que el actual de la Tierra. A partir de ahí, simularon un gran impacto en la superficie lunar, similar al que creó la cuenca de Imbrium. Los resultados mostraron que esta nube de plasma habría comprimido brevemente el campo magnético lunar, permitiendo que las rocas circundantes registraran un aumento momentáneo de magnetismo.

Para validar esta hipótesis, se propuso que una misión futura, como la del programa Artemis de la NASA, podría explorar esta región y tomar muestras directas de las rocas para buscar signos de magnetismo amplificado. Este enfoque dual, que combina la existencia de un dínamo lunar y el impacto de un asteroide, proporciona una explicación más robusta del magnetismo lunar, abriendo nuevas vías de investigación en un campo que ha intrigado a científicos durante décadas.

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