Un informe reciente de la Agencia Internacional de Energía (IEA) ha revelado que la inversión global en energía alcanzará la cifra récord de 3,3 billones de dólares (2,89 billones de euros) en 2025. Este aumento en el gasto en energías limpias se producirá a pesar de la incertidumbre económica y las tensiones geopolíticas que marcan la actualidad.
Según el informe anual World Energy Investment, se espera que las tecnologías de energía limpia, que incluyen energías renovables, energía nuclear y almacenamiento energético, atraigan unos 2,2 billones de dólares en inversión. Esta cifra es el doble de la que se prevé para los combustibles fósiles, lo que subraya un cambio significativo en las prioridades de los inversores.
Impulso de la energía solar y desafíos en la infraestructura
La energía solar se perfila como el mayor beneficiario de esta ola de inversiones, con un pronóstico que destaca un gasto de 450 mil millones de dólares en 2025. Por otro lado, se estima que la inversión en almacenamiento de baterías alcanzará aproximadamente 66 mil millones de dólares. Las baterías son consideradas una solución clave para mitigar la intermitencia de los proyectos de energía renovable, al permitir almacenar energía durante los picos de producción y liberarla en momentos de alta demanda.
No obstante, la IEA ha señalado que la inversión en tecnologías de almacenamiento ha quedado rezagada en comparación con la de la energía solar y eólica. En contraposición, se prevé que la inversión en petróleo y gas disminuya, con una reducción del 6% en la inversión upstream en 2025, lo que marcaría la primera caída desde la crisis del Covid-19 en 2020. Este descenso se debe, en gran medida, a las expectativas de precios y demanda más bajas para los combustibles fósiles.
El informe también advierte sobre el riesgo que representa la falta de inversión en redes eléctricas, que se sitúa en 400 mil millones de dólares al año, cifra inferior a la destinada a la generación y electrificación. La IEA ha subrayado que para garantizar la seguridad eléctrica, las inversiones en redes deberán aumentar hasta alcanzar una paridad con el gasto en generación a principios de la década de 2030. Sin embargo, este avance se ve obstaculizado por la burocracia y las cadenas de suministro limitadas para transformadores y cables.
Es importante señalar que los patrones de inversión en energía son muy desiguales a nivel global. Muchas economías en desarrollo enfrentan dificultades para movilizar capital destinado a infraestructuras energéticas, mientras que China se erige como un líder indiscutible en este ámbito, acaparando casi un tercio del total de la inversión en energías limpias.
