
Jamie Dimon, CEO de JPMorgan Chase, dejó el Capitolio de EE.UU. tras una reunión con miembros republicanos del Comité de Banca, Vivienda y Asuntos Urbanos del Senado, en el contexto de las crecientes tensiones sobre la regulación financiera en el país. Durante años, las empresas financieras estadounidenses han luchado contra la Oficina de Protección Financiera del Consumidor (CFPB), presentando a la agencia como ilegítima y como un ente que ataca injustamente a los actores de la industria.
Actualmente, la CFPB se encuentra en una situación crítica, después de que la administración Trump emitiera una orden de suspensión de actividades y cerrara su sede. Curiosamente, la CFPB ha encontrado un aliado inesperado en los mismos bancos que previamente se quejaban de sus normas y acciones de ejecución bajo la dirección del exdirector Rohit Chopra.
Una nueva dinámica en el sector financiero
La razón detrás de esta extraña alianza es simple: si la administración Trump logra reducir la CFPB a una sombra de lo que era, los bancos se verían en una competencia directa con jugadores financieros no bancarios, desde grandes empresas tecnológicas hasta prestamistas de automóviles y de día de pago, que gozan de un escrutinio federal mucho menor que las instituciones respaldadas por la FDIC. Como señaló David Silberman, un abogado bancario veterano, «las aplicaciones de pago como PayPal y Cash App tendrían prácticamente un viaje gratis a nivel federal».
Esta transformación podría hacer que el sector financiero retroceda a un entorno pre-2008, donde la supervisión recaía en gran medida en los funcionarios estatales para evitar que los consumidores fueran estafados por proveedores no bancarios. La CFPB fue creada tras la crisis financiera de 2008, que fue provocada por prácticas de préstamo irresponsables. Desde entonces, los actores digitales han ganado terreno, ofreciendo servicios bancarios a través de aplicaciones móviles. Fintechs como PayPal y Chime han registrado aproximadamente tantas cuentas nuevas el año pasado como todos los grandes y regionales bancos juntos, según datos de Cornerstone Advisors.
Para los grandes bancos, la idea de un mundo donde los no bancos tengan mayor libertad y menos supervisión regulatoria es indeseable. La CFPB es la única agencia federal que supervisa las instituciones financieras no depositarias, por lo que su desaparición significaría una gran desventaja para los bancos tradicionales.
La situación actual de la CFPB es incierta tras la llegada del director interino Russell Vought, quien ha emitido una serie de directrices y ha comenzado a despedir personal, lo que ha generado inquietud sobre la capacidad de la agencia para llevar a cabo sus funciones de supervisión y ejecución. Un abogado senior de la CFPB que perdió su puesto en las últimas semanas sugirió que la alineación de la industria con los republicanos podría estar resultando contraproducente. «Están a punto de vivir en un mundo en el que toda la industria de servicios financieros no bancarios está desregulada», advirtió.
A medida que la CFPB enfrenta desafíos legales y la posibilidad de ser desmantelada, los bancos que antes se oponían a su existencia ahora expresan preocupación por su desaparición. En una convención de banqueros en Nueva York, Jamie Dimon instó a sus colegas a «luchar contra los reguladores». Sin embargo, hay un creciente consenso de que eliminar la CFPB sería un error, ya que aumentaría la amenaza de los no bancos y dejaría las regulaciones existentes sin supervisión adecuada.