
El nuevo Sistema de Entrada y Salida (EES) de la Unión Europea, que busca modernizar la gestión de fronteras para los viajeros no comunitarios, se encuentra en una fase de implementación que ha suscitado diversas opiniones. Este sistema, que entrará en vigor en 2025, se ha diseñado con el objetivo de mejorar la seguridad en las fronteras y hacer más eficiente el control de los que superan el tiempo permitido de estancia en el espacio Schengen.
La iniciativa, anunciada hace casi una década, ha enfrentado múltiples retrasos y desafíos logísticos. Según los informes, se prevé que solo un 10% de los puntos fronterizos europeos cuenten con la infraestructura necesaria cuando el EES se active, lo que ha generado inquietud sobre cómo afectará esto a los tiempos de espera en las fronteras.
Aspectos técnicos del EES y su implementación
El EES requerirá que todos los viajeros no comunitarios escaneen sus pasaportes o documentos de viaje en quioscos de autoservicio cada vez que crucen una frontera externa de la UE. Este sistema registrará datos como el nombre del viajero, información biométrica y las fechas y lugares de entrada y salida. Además, se implementará un procedimiento de escaneo facial y toma de huellas dactilares cada tres años, lo que plantea interrogantes sobre la privacidad y la gestión de datos personales.
La introducción del EES ha llevado a cambios significativos en los procedimientos de control de pasaportes, como ha sido el caso de Eurostar, que ha eliminado su opción de registro rápido para ciertos pasajeros. Esta medida, aunque se presenta como un esfuerzo por adaptarse a las nuevas normativas, podría resultar en un aumento de los tiempos de espera en la estación de St Pancras en Londres.
Las autoridades francesas también han expresado su preocupación respecto a las posibles largas colas en el puerto de Dover, donde se implementará el EES. Aunque se están tomando medidas para mitigar estos problemas, los efectos en el tráfico de pasajeros entre el Reino Unido y Francia son inciertos, lo que podría afectar negativamente al turismo y la movilidad en la región.
La Comisión Europea ha propuesto una implementación gradual del sistema, que permitirá a los países miembros ajustar sus tecnologías y resolver posibles inconvenientes. Este enfoque, aunque comprensible desde el punto de vista logístico, plantea preguntas sobre la necesidad de un control tan riguroso y automatizado en un contexto donde la movilidad y el intercambio cultural deberían ser prioritarios.
Con el EES, la UE busca establecer un marco de control más estricto que, si bien pretende mejorar la seguridad, también levanta preocupaciones sobre la libertad de circulación y los derechos de los viajeros. En un momento en que la cooperación internacional y la diplomacia son más necesarias que nunca, es crucial encontrar un equilibrio que no sacrifique la esencia de la unión europea en pro de un control excesivo.