
Investigadores de la Universidad de Bristol han desarrollado una innovadora tecnología en forma de pulsera que busca facilitar la comprensión y la interacción entre niños, especialmente entre aquellos con neurodiversidad. Este avance, publicado en la revista Proceedings of the 2025 CHI Conference on Human Factors in Computing Systems, promete transformar la manera en que los niños juegan y se comunican.

La pulsera cuenta con botones de colores que permiten al usuario activar un color de luz que simboliza el modo de juego o actividad. Los niños que participaron en el estudio pudieron mostrar a los demás si estaban jugando juntos (verde), jugando solos (azul) o si deseaban jugar con otros (amarillo). Esta herramienta resalta la importancia de que los niños comprendan las intenciones de los demás durante el juego, promoviendo experiencias lúdicas más inclusivas.
Un enfoque inclusivo en el juego
El estudio, presentado en la conferencia ACM CHI, se centra en la necesidad de que tanto niños neurodivergentes como neurotípicos se conecten y jueguen juntos. A diferencia de otras tecnologías diseñadas para apoyar el juego social, que a menudo intentan corregir el comportamiento de los niños autistas hacia actividades más neurotípicas, este enfoque busca entender y facilitar las diversas formas de interacción entre los niños.
El equipo de investigación, liderado por el Dr. Oussama Metatla y la Dra. Alison Oldfield, se centra en el Laboratorio de Interacción Diversa de la Universidad de Bristol. Este laboratorio investiga tecnologías interactivas inclusivas, centrándose en las experiencias tanto de personas con discapacidad como de aquellas sin ella.
Brooke Morris, autora principal del estudio, enfatiza que «la investigación previa ha demostrado que los niños autistas y no autistas pueden interactuar y jugar de maneras diferentes, lo que puede ocasionar dificultades durante el juego social debido a la falta de comprensión mutua». El objetivo es diseñar y desarrollar tecnologías que apoyen las distintas maneras en que los niños juegan e interactúan.
Los niños participantes también tuvieron la oportunidad de crear gadgets que facilitaran su interacción, y pudieron modificar el significado de los colores en las pulseras. Algunos eligieron usar colores para expresar emociones, como «feliz» o «triste», durante el juego. Esto abre un abanico de posibilidades para que los niños se expresen sin necesidad de palabras.
El equipo de investigación planea profundizar en las ideas que tanto niños autistas como no autistas tienen sobre el juego y la interacción, así como los desafíos que enfrentan. Al examinar las barreras que existen para jugar juntos, se buscará llevar a cabo un estudio de co-diseño que explore qué tecnologías o prácticas podrían apoyar el juego social de grupos neurodiversos, haciendo que las tecnologías de juego sean más inclusivas.
En palabras de Morris, «debemos reconocer que no hay una forma correcta de jugar y que existen maneras divergentes de jugar e interactuar con los demás». Este enfoque inclusivo no solo beneficia a los niños, sino que también promueve una sociedad más comprensiva y solidaria.