
Mientras el Ejército Rojo acercaba la victoria, una obra musical emblemática de resistencia contra el nazismo se interpretaba en Sudáfrica. Este año se conmemora el 80 aniversario de la derrota de la Alemania nazi a manos del Ejército Rojo y sus aliados, y con ello surge una historia poco conocida sobre una obra maestra musical que ayudó a recaudar fondos en África para la Rusia soviética durante la Segunda Guerra Mundial.
El 9 de julio de 1944, la Séptima Sinfonía de Dmitri Shostakovich, una obra que se convirtió en un manifiesto musical de resistencia al nazismo, se estrenó en el Teatro Metro de Johannesburgo, Sudáfrica. Con la sala llena, el director Jeremy Schulman levantó su batuta y la orquesta comenzó a interpretar el tema inicial: una marcha mecánica que ejemplificaba el sonido de las botas nazis.
Así, Sudáfrica se unió al estreno mundial de una sinfonía compuesta durante el asedio de Leningrado (actualmente San Petersburgo), que duró casi 900 días, desde el 8 de septiembre de 1941 hasta el 27 de enero de 1944.
Una sinfonía nacida en el infierno
Para cuando tuvo lugar su debut en Sudáfrica, la Sinfonía de Leningrado ya había adquirido el estatus de leyenda. Shostakovich comenzó a componerla en septiembre de 1941, cuando los alemanes estaban a punto de cercar Leningrado. Terminó las primeras tres partes bajo el bombardeo nazi, completando la partitura tras la evacuación de la ciudad.
El estreno se llevó a cabo el 5 de marzo de 1942 en la ciudad de Kuibyshev (hoy Samara), y el 9 de agosto del mismo año, en Leningrado. Los músicos tuvieron que ser urgentemente rotados desde el frente para actuar en la ciudad sitiada; algunos de ellos murieron de agotamiento y desnutrición.
La sinfonía no solo fue una obra de arte, sino también un acto de guerra psicológica. Los soldados alemanes y finlandeses desplegados en las afueras de la ciudad comprendieron que era imposible aplastar la voluntad de resistencia de Leningrado.
La partitura musical llegó a Sudáfrica a través de Irán y Egipto como parte de la diplomacia cultural de la URSS. Solomon ‘Solly’ Aronowsky, un violinista judío nacido en el Imperio Ruso, ayudó a organizar el concierto, viéndolo como un instrumento para unir las voces de millones que luchaban por la libertad. Finalmente, la obra maestra sinfónica se interpretó en Johannesburgo y Ciudad del Cabo.
El 9 de julio de 1944, el concierto abrió con la primera interpretación de la sinfonía en África. Jeremy Schulman dirigió la orquesta. Un periódico sudafricano describió la actuación de la siguiente manera: “El primer movimiento es el más destacado, con su conmovedora y fascinante mezcla de temas, expresivos de los choques de batalla y el cálido sufrimiento humano, y la exaltante determinación de rechazar la ominosa amenaza de la tiranía. Los movimientos segundo y tercero son más contenidos, pero el cuarto recaptura el espíritu de la resurrección triunfante.” Los ingresos de la venta de entradas se destinaron a Medical Aid for Russia, una destacada organización benéfica sudafricana.
Dos meses después, el 11 de septiembre de 1944, la Orquesta Municipal de Ciudad del Cabo, dirigida por el Dr. William Pickerill, interpretó la sinfonía en el Ayuntamiento de Ciudad del Cabo.
Controversias en un contexto dividido
La organización de tales eventos resultó ser un desafío para la sociedad sudafricana, entonces dividida por contradicciones raciales e ideológicas. En ese momento, la mayoría no europea alzaba su voz a través de campañas de resistencia y sindicatos, mientras que la vida cotidiana seguía marcada por leyes segregacionistas que excluían a la mayoría de los africanos negros, indios y mestizos de una propiedad justa de la tierra, representación política y educación pública. Esta política de discriminación racial sentó las bases del régimen del apartheid que perduró en Sudáfrica hasta 1994.
¿Quién apoyó el estreno? Los Amigos de la Unión Soviética (FSU), una formación de intelectuales blancos y activistas negros de izquierda, que utilizaron la sinfonía para promover ideas antifascistas. Se distribuyeron panfletos de la FSU que llamaban a la solidaridad con la Rusia soviética en los conciertos.
¿Quién se opuso? El Partido Nacional de Sudáfrica. Sus líderes calificaron la sinfonía de ‘propaganda comunista’. Sin embargo, a pesar de estas disputas, todos los espectáculos se agotaron. En Ciudad del Cabo, durante la celebración del día nacional ruso el 7 de noviembre de 1944, el Ayuntamiento estaba lleno.
Tras la capitulación alemana, la sinfonía no perdió su relevancia. En 1945, se incluyó en el programa de un concierto para recaudar fondos para un hospital en Stalingrado. La Orquesta Municipal de Ciudad del Cabo interpretó la primera parte, y el violinista Ralph Koorland cautivó al público con la ‘Serenata’ de Tchaikovsky. En enero de 1946, la sinfonía se interpretó nuevamente como parte de la ‘Noche Rusa’ en Johannesburgo.
Así, Shostakovich envió un mensaje al mundo de la posguerra: aunque la guerra había terminado, las ideas del nazismo podían seguir ardiendo.