La ciencia detrás del salto perfecto: cómo maximizar el chapuzón en el manu jumping

In Ciencia y Tecnología
mayo 16, 2025

El salto al agua es una actividad que ha acompañado a la humanidad en diversas formas, desde los saltos en los muelles hasta las acrobacias en las competiciones olímpicas. Mientras que los clavadistas buscan entrar al agua de la manera más discreta posible, existe un deporte que persigue todo lo contrario: provocar el mayor de los chapuzones, tanto en altura como en extensión y sonoridad. Se trata del «manu jumping», una disciplina que, aunque poco conocida en otros países, tiene una gran aceptación en Nueva Zelanda.

El manu jumping se origina en la comunidad Māori, donde esta práctica no solo es un entretenimiento, sino un estilo de vida. Los saltadores se lanzan desde puentes, muelles y plataformas de buceo, buscando generar grandes salpicaduras. En competiciones como el Z Manu World Champs, los participantes son evaluados en función de la altura y el ancho de su chapuzón, con récords que superan los 10 metros de altura. Sin embargo, detrás de este acto lúdico se encuentra una ciencia compleja que estudia la dinámica del agua y la física del salto.

La ciencia detrás del salto

Investigadores en dinámicas de fluidos han comenzado a explorar cómo optimizar la entrada al agua, no solo para mejorar el rendimiento en deportes acuáticos, sino también en campos como la ingeniería naval, la biomecánica y la robótica. Los estudios han revelado que el momento en que el saltador impacta con el agua es crucial. Se generan dos tipos de salpicaduras: la primera es conocida como «crown splash», que se forma al romper la superficie, y la segunda, el «Worthington splash», que es la que produce una explosión de agua hacia arriba. La técnica del salto implica un dominio de maniobras aéreas, sincronización en los movimientos bajo el agua y un preciso impacto en la superficie.

El análisis de vídeos de saltos ha permitido a los científicos identificar que la entrada al agua se realiza en un ángulo óptimo de 46 grados, lo que maximiza la altura de la salpicadura. Experimentos realizados en entornos controlados han corroborado que un ángulo de 45 grados genera las salpicaduras más altas, mientras que ángulos mayores aumentan el riesgo de lesiones. Además, se ha desarrollado un robot llamado Manubot que imita los movimientos humanos durante el salto, contribuyendo a entender mejor el momento preciso en que el cuerpo debe abrirse al entrar en el agua, siendo este un proceso que debe realizarse en una fracción de segundo para maximizar el tamaño de la salpicadura.

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