Aunque una mudanza señala el comienzo de una nueva vida, puede resultar algo difícil pues hay sentimientos muy profundos implicados.
Pueden existir diferentes razones por las que se quiera, o sea necesario, empezar a planear una mudanza. Pero, a veces, se lleva tanto tiempo en un sitio que puede ser complicado eliminar el factor emocional que lleve a alguien a no saber si abandonar su casa de siempre o quedarse.
Lo que está claro es que cuando los planes para mudarse ya están en marcha, para que no surjan problemas logísticos, es bueno contar con la ayuda de una empresa de mudanzas que sepa como llevar a buen término el traslado.
Aunque se haya tomado la decisión y uno tenga claro que el futuro de su familia no está en esa casa dónde han pasado gran parte de su tiempo, pueden existir razones que lleven a preguntarse “¿de verdad quiero mudarme?”
La casa donde empezó todo
Si ya se lleva tiempo viviendo en esa casa y se ha formado en ella una familia, más de uno de los miembros puede sentir nostalgia sin haber salido de la vivienda.
En cada rincón de la casa hay un recuerdo. El día que fueron a vivir allí, la llegada de los niños, los juegos. El hogar, en sí mismo, es un recuerdo de cómo dos personas se convirtieron en una familia.
Pero, desde otro punto de vista, la mudanza hace posible crear un proyecto, no solo de dos, sino de todos.
El dinero que se ha dejado para arreglarla
Uno de los motivos por los que hay que abandonar la casa, puede ser el hecho de que la familia sea más grande. La llegada de los pequeños crea nuevas necesidades que causen tener que tomar esta decisión.
A pesar de que la mudanza sea una necesidad, muchas veces se piensa en el dinero que se ha utilizado para poder arreglarla y conseguir el hogar de sus sueños que ahora se va a dejar atrás. Reformas, arreglos, limpieza. Todo el trabajo por conseguir una vivienda digna e ideal, decorada según sus expectativas.
Ahora se tiene en mente la reforma del baño, ese grifo empotrado que aportaba una decoración moderna, más elegante y que conseguía ahorrar en agua. O la bañera con hidromasaje que ayudaba a relajarse tras un día duro y estresante de trabajo.
Pero se puede pensar en positivo, y ver la mudanza como una manera de trabajar en familia para crear un nuevo hogar mejor adaptado a todos.
No sin los muebles
Al cambiar de una casa a otra puede surgir el problema de que no todos los muebles puedan tener su espacio en el nuevo hogar.
Puede ser que la decoración de la nueva casa no deje lugar para esos muebles que con tanto amor se compraron, o que los metros de cada habitación y su distribución no permitan que se coloquen. Abandonar todos aquellos enseres que se buscaron con mucho esfuerzo puede ser algo traumático para algunas personas.
Aunque, por otro lado, crear una nueva decoración puede ser un proyecto que emocione y que sirva para crear lazos con la nueva casa. Por ejemplo, empezar a crear un baño ideal para el relax con muebles de lavabo modernos que permitan mantener una buena limpieza.
Una sorpresa que ayude a pasar el mal trago
Cuando la mudanza se hace efectiva y ya no hay vuelta atrás, es mejor intentar suavizar las cosas para que todos los miembros de la familia puedan hacerse a la idea de que, a partir de ahora, tendrán un nuevo lugar donde vivir.
Envolver a toda la familia en los planes para la mudanza puede ser una buena manera de desarrollar esa emoción por empezar una nueva vida en otro sitio. Que todos, incluidos los niños, tenga parte en organizar cajas y, después, en volver a colocar y decorar la nueva casa, ayudará a crear lazos y a que esta experiencia sea mucho mejor.
Algo importante es empezar a crear recuerdos bonitos en la nueva casa. Para ello, enviar un regalo original que forme parte de la decoración, ayudará a conmemorar este momento importante para todos y será el comienzo de algo maravilloso.