Hernando Vanegas, Postales de Estocolmo.
Está aflorando que los derechos de las minorías son escamoteados por algunos que forman parte de las mayorias, que incluso están atornillados en el poder. Mayorías que son masas amorfas, sin ninguna orientación y que escuchan lo que otros les dicen y actúan movidos por lo que otros piensan.
Se desarrolla así la Discriminación contra todo aquello queno le cabe en la cabeza. La primera discriminación –o intolerancia- fue hacia el “comunismo”. Se apoyaban en esa discriminación en lo que opinaba los Laureanos Gómez de ayer y de hoy, es decir, el Laureano original y los Laureanos AUVberto o Álvaro Uribe VélezJosé Félix Lafaurie y Alejandro Ordóñez.
De la ilegalización del Partido Comunista se pasó a la persecución y ajusticiamiento de los comunistas. Como en el poema de Bretch: «Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista”. No importaba que realizaran el más horrendo genocide contra partido político en la historia del mundo. Así excluían a los comunistas de la opción de poder y los redujeron a la política marginal.
Siempre, desde la Colonia, los negros han sido discriminados. Más en la segunda mitad del siglo XX y este XXI ha adquirido connotaciones escandalosas. Los “blancos” colombianos –a pesar de que son mestizos- despreciaban a los de color oscuro porque la sangre de ellos provenía de la “madre” España, sin saber que a los españoles lo colonizaron durante 700 años los moros, árabes de color oscuro.
También a los maricas, lesbianas y “diferentes” los discriminaban y en algunos pueblos hasta los expulsaban a punta de garrote por el simple hecho de tener una orientación sexual diferente. A algunos les aplicaban la “pena de muerte”, como se la aplicaban a los “comunistas” los escuadrones de la muerte o de limpieza social.
De igual manera, los “retrasados” mentales, es decir, personas con Síndrome de Down, Déficit de Atención, etc, eran objeto del ”matoneo” en las escuelas porque ”esos bobos e imbéciles no merecen estudiar con nuestros hijos normales” y debían ir a escuelas “especiales”.
Por estos días se ha abierto la discusión sobre la ”orientación sexual” en las escuelas y colegios, quizá producto de los nuevos vientos que vienen desde La Habana, como si la tendencia sexual fuera del resorte de las escuelas, colegios y rectores. No toleran que ellos sean “diferentes” sin analizar que la orientación sexual es del resorte de lo privado, íntimo, que corresponde a cada persona y no a los discriminadores.
Incluso hay senadores, como AUVerto o Uribhitler y el procurador Ordóñez y una tal Paloma, que pretenden regular hasta cuántos polvos a la semana pueden echarse los “normales” (será que su marido es impotente?) y, claro está, que los “anormales” no pueden manifestar su tendencia y mucho menos su amor por otra persona, a pesar de que en el Congreso hay una gran cantidad de maricas y lesbianas, claro que en la clandestinidad, como lo demuestra la “Comunidad del Anillo” del ex-general Palomino.
En Suecia hay una ley contra la Discriminación. A ella recurre toda persona que sienta que lo están discriminando por cualquier causa y hace valer sus derechos. A propósito, por éstos días se realizó el Festival del Amor en el cual todos los que tengan una tendencia sexual diferente a la “normal” se manifiestan públicamente en las calles de la capital Estocolmo y marchan no solo los “diferentes” sino también “normales” que apoyan la libre expresión de todos los ciudadanos.
Esperamos que con los Acuerdos que se logren en La Habana también se cobijen los derechos de todos los que han sido excluídos de la vida social del país por cualquier otra causa, no sólo los excluídos por motivos politicos, sociales, de raza, credo o religión. Nuestra sociedad debe dejar la mojigatería que “practica las perversiones sexuales en la noche y el rezo de camándula en el día”.