El Bitcoin ha generado todo tipo de reacciones desde su llegada en enero de 2009. Mientras algunos lo consideran como la panacea para los problemas del dinero fíat (el dinero tradicional como el euro), otros lo ven como una estafa o una burbuja financiera a punto de estallar.
Independiente de las opiniones individuales, hay algo seguro: el Bitcoin seguirá circulando, al menos durante algunos años más. No obstante, lo que no está definido es su futuro. ¿Se convertirá en una moneda popular utilizada en todo tipo de comercios? ¿O pasará a la historia como uno de los mayores experimentos fallidos en economía?
El mejor escenario: el Bitcoin se vuelve popular
Los más optimistas consideran que el Bitcoin tiene el potencial para convertirse en una moneda de uso común. Los defensores de la criptomoneda esgriman como argumento sus ventajas en comparación con el dinero tradicional, tales como la independencia de un gobierno, la alta liquidez, la facilidad de realizar transacciones internacionales y las comisiones bajas.
En el mejor escenario, el Bitcoin se convertirá en una moneda popular en todo el globo aceptada en miles de establecimientos, tanto físicos como online. Las tiendas no solo tendrán datáfonos para tarjetas de crédito y débito, sino que también dispondrán de monederos electrónicos para recibir pagos en monedas virtuales.
Si el Bitcoin evoluciona de esta manera, lo más probable es que experimente una valorización notable dentro de los próximos años. De esa forma, los inversores actuales podrían convertirse en futuros magnates, tal y como algunas personas se volvieron multimillonarias con el Bitcoin en 2017, cuando la divisa alcanzó su máximo de 19.751 dólares.
Las voces a favor de este escenario no son pocas. Arthur Hayes, director general de BitMEX, una reconocida plataforma de intercambio de criptomonedas, considera que el Bitcoin podría alcanzar los 20.000 dólares a finales de 2020 y los 100.000 dólares en tan solo tres años.
Hayes no se encuentra solo en sus predicciones. Tim Draper, reconocido inversor estadounidense, considera que la divisa virtual podría ganar una importante capitalización de mercado dentro de los siguientes tres años, lo que haría aumentar su valor hasta los 250.000 dólares.
El peor escenario: el Bitcoin es prohibido y olvidado
Al igual que existe una comunidad que apoya al Bitcoin, hay personajes notables que se oponen de forma contundente. Entre los argumentos en contra de la divisa virtual están su falta de respaldo (a diferencia de activos como el oro, el Bitcoin no se apoya en ningún bien real), su falta de aplicación práctica y su naturaleza anónima que lo relaciona con actividades delictivas.
Algunos países han tomado nota de las características perjudiciales del Bitcoin, por lo que han decidido prohibirlo de forma tajante. Argelia, Egipto, Marruecos, Bolivia, Ecuador y Pakistán son algunos de los territorios que impiden el uso de monedas virtuales bajo pena de consecuencias judiciales.
Si el sentimiento negativo hacia el Bitcoin se fortalece y cada vez más países optan por prohibirlo, los efectos serían catastróficos para los cripto mercados. Ante un escepticismo generalizado de los gobiernos, las divisas electrónicas podrían perder totalmente su valor y, con el tiempo, caer en desuso o quedar limitadas a actividades ilícitas.
Algunas personas contemplan con buenos ojos el fin del Bitcoin. Joseph Stiglitz, ganador del Premio Nobel de economía en 2001, considera que el Bitcoin es un instrumento «para participar en actividades viles» como el lavado de activos y el fraude fiscal, por lo que aboga por su prohibición.
Stiglitz cree que el Bitcoin solo sirve para propósitos ilegales, por lo que su regulación derrotaría su propósito y, en última instancia, acabaría con su existencia. «Lo que creo es que, cuando lo regulas para que no puedas participar en el lavado de activos ni ningún otro crimen, no existirá demanda de Bitcoin», afirmó el economista.
Regulación y aceptación: el escenario más probable
Lejos de la prohibición, lo más probable es que cada vez más gobiernos tomen consciencia de la importancia del Bitcoin y decidan crear marcos regulatorios para proteger a su población.
Algunos países ya han dado sus primeros pasos en esta dirección. Estados Unidos, por ejemplo, considera al Bitcoin como una «divisa virtual descentralizada convertible» y, además, cuenta con normas de control para negocios con volúmenes altos de transacciones.
Por su parte, España posee directrices para la tributación sobre las transacciones con Bitcoin y dio señales de avanzar hacia una normativa amigable para las divisas virtuales.
Un marco normativo sólido atraería la atención de un mayor número de inversores, lo que a su vez impulsaría el precio del Bitcoin. De igual forma, con un control estricto y más participantes en los cripto mercados, la volatilidad de la divisa podría bajar.
En conclusión, es poco probable que el Bitcoin desaparezca. La popularidad y las ventajas de esta divisa electrónica son innegables, por lo que cada vez más personas empezarán a considerarlo como el «dinero del futuro».