Tomás Sebastián es un histórico militante del PCE y Comisiones Obreras, de la que formaba parte antes de que se fundara oficialmente. La noche del 24 de enero de 1977, estaba junto a sus compañeros organizando las movilizaciones del transporte, en la céntrica calle Atocha de Madrid, en el número 55, donde tenían el despacho los vilmente asesinados abogados laboralistas de CCOO.
Poco después de las diez de la noche al concluir una asamblea, Tomás, junto a sus compañeros, abandonaron el despacho para ir a tomar una cerveza. El sindicalista Ángel Rodríguez Leal, que los acompañaba, había olvidado el periódico Mundo Obrero en el despacho, cuando éste aún era ilegal. Tomás recuerda como Ángel le dijo que subía a recoger el periódico no fuesen a tener problemas. “No volvió a bajar” afirma visiblemente afectado pese al paso de los años.
De aquel atentado terrorista se libró por minutos, sin embargo sus compañeros Javier Sauquillo, Javier Benavides, Enrique Valdelvira, Serafín Holgado y Ángel Rodríguez Leal no corrieron la misma suerte, todos fallecieron. Alejandro Ruiz Huertas, Mª Dolores González, Luís Ramos y Miguel Sarabia resultaron gravemente heridos.
Ahora, el pueblo de Leganés ha querido reconocer su figura, como parte de la historia reciente de España, y su lucha por la democracia, por la que arriesgó la propia vida. Tomás Sebastián, José Luis Requejo y Laureano Cuerdo han recibido la Medalla de Oro de la ciudad, otorgada por el Ayuntamiento. Todos los concejales de la corporación votaron a favor de la misma excepto los cuatro no adscritos expulsados de “Leganemos”. Se da la circunstancia de que una de las ediles que se abstuvo es parte de la actual dirección del Partido Comunista de Madrid y Comisiones Obreras.
Pregunta: Señor Sebastián, enhorabuena por la medalla de la ciudad, ¿cómo se siente tras este reconocimiento?
Respuesta: Tengo sentimientos contradictorios con esta medalla, que para mi es un honor, porque se quiere homenajear la historia de mi partido, pero al mismo tiempo, me quieren expulsar de él. Yo no tengo ni idea del motivo que han utilizado para abstenerse, pero lo que es sí es cierto es que en Leganés estamos en un conflicto permanente.
P: ¿Por qué motivo le quieren expulsar del PCE?
R: Pues no lo sé. La concejal Beatriz Alonso se posiciona en una confrontación brutal y sin ninguna explicación. Llevamos una lucha desde el mes de julio para que alguien nos explique por qué se nos quiere expulsar de nuestro partido.
Yo tengo abiertos dos expedientes de expulsión, además hay una rogatoria en la Permanente del PCM para que se acelere el trámite de mi expulsión. En mi misma situación hay más camaradas de Leganés, 6 en total; se está haciendo una auténtica caza de brujas aquí.
P: ¿Cómo recuerda aquella noche del 24 de enero de 1977?
R: Estábamos inmersos en un proceso de consolidación de la ruptura democrática, con la Junta democrática que luego se transforma en Plataforma a petición del PSOE, y llevábamos un proceso que se estaba consolidando, ese cambio de la dictadura a la democracia.
Lo que sucedió aquella noche no fue una vendetta personal, si no una forma de desestabilizar el proceso democrático que miles y miles de trabajadores, entre ellos el sector del transporte al que yo pertenecía, estábamos desarrollando.
Al franquismo le dolía especialmente que en el propio seno del sindicato vertical, en el transporte, estuviera el núcleo duro de las huelgas y las movilizaciones por la libertad y la democracia. Las víctimas de la calle Atocha 55, pagaron muy caro el proceso de lucha contra la dictadura que se organizaba desde aquel despacho.
P: ¿Cómo vivió personalmente aquella trágica noche?
R: Nosotros habíamos estado con una persona, que hay que quitarse el sombrero cuando se le nombra, que era Joaquín Navarro; él había estado celebrando asambleas durante todo el día de empresa en empresa, para luego en la reunión, poder rendir cuentas de lo que se estaba avanzando en cada uno de los tajos.
Fuimos al despacho de la calle Atocha sobre las ocho de la tarde, Joaquín Navarro tenía una reunión allí, y nosotros, como trabajadores ferroviarios que éramos, nos tocaba hacer guardia, porque habíamos recibido varias llamadas de teléfono que nos resultaron extrañas.
Yo me quedo en el despacho para apoyar la guardia hasta que termina la reunión. A las diez y algo de la noche nos bajamos a tomar una cerveza, justo cuando bajamos, Ángel Rodríguez Leal me dijo que se había dejado el Mundo Obrero, que no era legal todavía, y que subía a buscarlo para evitar posibles problemas, que lo esperáramos en el bar. Ya no bajó más.
P: Se ha publicado durante años que el objetivo de los asesinos de la calle Atocha era el propio Joaquín Navarro…
R: El objetivo era Joaquín Navarro porque Joaquín era un símbolo del movimiento obrero, pero el objetivo político real detrás era desestabilizar el proceso democrático que abanderaba la clase obrera. Los bandidos de extrema derecha estaban perfectamente organizados y los asesinatos programados.
Aquella semana trágica vivimos secuestros, asesinatos de trabajadores, estudiantes, etc. Lo que se buscaba era desarrollar un proceso diseñado para desestabilizar el país y dar alas al golpe de estado de los militares.
Si creyéramos que todo se resume en una matanza de unos abogados que eran muy buenos, por unos extremistas de derechas que eran muy malos, estamos fallándole a la historia, era un proceso de desestabilización para sostener la dictadura.