La finalización de la construcción del megaconducto de gas natural East Route, que transportará gas ruso desde Siberia hacia el este de China, marca un hito significativo en la cooperación energética entre ambas naciones. Este proyecto, operado por PipeChina, ha sido anunciado recientemente por la cadena estatal CCTV, que destaca la importancia de esta infraestructura para la seguridad energética de China y su transición hacia un sistema de energía más limpio y bajo en carbono.
Detalles del proyecto
Con una longitud de 5.111 kilómetros, esta tubería transfronteriza ha llegado a su fase final de puesta en marcha y se prevé que esté completamente operativa en breve. La sección más meridional, que conecta la provincia costera de Jiangsu con Shanghai, ya ha sido finalizada. El conducto ingresa a China a través de la ciudad fronteriza de Heihe, en la provincia nororiental de Heilongjiang, y atraviesa nueve regiones provinciales, suministrando gas natural a áreas clave como Pekín, Shanghai y Tianjin.
Una vez en funcionamiento, se estima que el East Route aportará 38.000 millones de metros cúbicos de gas natural al año, lo que equivale a satisfacer la demanda anual de gas de aproximadamente 130 millones de hogares urbanos. Este volumen de suministro no solo es crucial para el bienestar energético de la región, sino que también impulsa el desarrollo económico de las áreas que se benefician de esta nueva fuente de energía.
El East Route se lanzó parcialmente en diciembre de 2019, convirtiéndose en el primer gasoducto que suministra gas ruso a China. Este proyecto forma parte de un acuerdo más amplio, valorado en 400.000 millones de dólares y con una duración de 30 años, entre la empresa rusa Gazprom y la Corporación Nacional de Petróleo de China, firmado en mayo de 2014. Además, ambas compañías están trabajando en una ruta de gas occidental que implicará la construcción de un gasoducto a través de Mongolia, con una capacidad de entrega de hasta 50.000 millones de metros cúbicos de gas al año.
Este avance en la cooperación energética entre Rusia y China no solo fortalece los lazos económicos entre ambos países, sino que también representa un paso importante hacia un sistema energético más diversificado y sostenible, en un contexto global donde la energía se ha convertido en un elemento clave para el desarrollo y la estabilidad económica.
