Los océanos del planeta experimentan un calentamiento significativo en el contexto del cambio climático global. Durante el año 2024, se ha registrado la temperatura más alta del océano desde que se realizan mediciones, superando incluso los récords establecidos en 2023. Desde 1984, año en que comenzaron las observaciones satelitales de las temperaturas oceánicas, cada década ha sido más cálida que la anterior, lo que plantea serias preocupaciones sobre el futuro del clima y sus efectos en la vida marina y los ecosistemas costeros.
El aumento de la temperatura del océano tiene múltiples repercusiones. Por un lado, incrementa la evaporación, lo que provoca lluvias más intensas en algunas regiones y sequías en otras, además de potenciar fenómenos meteorológicos extremos como huracanes y tormentas. Por otro lado, el calentamiento perjudica la salud de los ecosistemas marinos; por ejemplo, en 2024 se ha documentado el evento de blanqueamiento de corales más extenso jamás registrado, afectando gravemente a diversas zonas del planeta. Asimismo, la elevación de las temperaturas oceánicas altera los patrones climáticos terrestres, afectando a las temperaturas en la superficie.
Causas del calentamiento y misterios pendientes
El cambio climático, principalmente impulsado por la emisión de gases de efecto invernadero, es el principal responsable de este fenómeno. Aproximadamente el 90% del calor adicional generado por estas emisiones es absorbido por los océanos. Sin embargo, la temperatura del agua ha mostrado un incremento aún mayor en los últimos dos años en comparación con décadas anteriores, lo que ha dejado a los científicos con dos interrogantes importantes: ¿qué otros factores podrían estar contribuyendo a este calentamiento inusual y estamos presenciando una aceleración en el calentamiento global? Se ha identificado que el fenómeno cíclico de El Niño contribuye a parte de este aumento, pero no es la única causa.
Además, se ha planteado la hipótesis de que la reducción rápida de los aerosoles en la última década también podría estar influyendo en este calentamiento. Los aerosoles, que son partículas emitidas a la atmósfera por actividades humanas y fuentes naturales, tienen la capacidad de reflejar la radiación solar y, por tanto, contrarrestar parcialmente el efecto de los gases de efecto invernadero. Sin embargo, su disminución, especialmente en las emisiones de azufre por parte de la industria naval y plantas de energía, puede haber debilitado este efecto de enfriamiento. A pesar de que los datos indican un calentamiento continuo, la pregunta sobre si estamos ante un cambio en la tasa de calentamiento sigue siendo un tema de investigación, y la urgencia de reducir las emisiones de dióxido de carbono es más crucial que nunca para mitigar el impacto del calentamiento oceánico.