Blue Origin, la empresa espacial estadounidense fundada por el magnate Jeff Bezos en el año 2000, se encuentra a las puertas de un hito histórico: el lanzamiento inaugural de su nuevo cohete, New Glenn, con el objetivo de entrar en la competencia del espacio orbital. A continuación, se presentan cinco aspectos clave sobre este vehículo de lanzamiento de gran capacidad que pretende desafiar el dominio de SpaceX en el mercado comercial espacial.
Un homenaje a la historia
El nombre New Glenn rinde homenaje a un astronauta legendario: John Glenn, quien fue el primer estadounidense en orbitar la Tierra en 1962. Este nuevo cohete sigue los pasos de New Shepard, el primer cohete de Blue Origin, que lleva el nombre de Alan Shepard, el primer estadounidense en viajar al espacio. Con una altura de 98 metros, equivalente a un edificio de 32 plantas, New Glenn es tanto más grande como más potente que su predecesor, diseñado para el turismo espacial suborbital.
Capacidad y versatilidad
New Glenn está clasificado como un «lanzador de gran capacidad», con la capacidad de colocar cargas significativas en órbita baja terrestre, pudiendo llevar hasta 45 toneladas. Esta cifra supera más del doble la capacidad del Falcon 9 de SpaceX, que puede levantar alrededor de 22 toneladas, aunque queda por debajo del Falcon Heavy, que tiene una capacidad de 63,8 toneladas. Sin embargo, New Glenn cuenta con una ventaja única: su carenado de carga útil más ancho, que le permite acomodar objetos de mayor tamaño.
La versatilidad de New Glenn podría convertirlo en un «cuchillo suizo» de cohetes, capaz de desplegar una amplia variedad de cargas útiles tanto en órbitas bajas como en órbitas más altas. Entre estas cargas se incluyen satélites comerciales y militares, así como el Proyecto Kuiper, la constelación de internet espacial que Bezos planea lanzar para competir con Starlink de SpaceX. Además, New Glenn tiene el potencial de transportar naves espaciales tripuladas, lo que podría ser crucial en el contexto de la futura desactivación de la Estación Espacial Internacional, prevista para 2030.
Reusabilidad y tecnología avanzada
Al igual que el Falcon 9 de SpaceX, New Glenn incorpora un primer etapa de cohete reutilizable, diseñado para realizar hasta 25 vuelos, junto con una segunda etapa no reutilizable. Sin embargo, para lograr la reutilización del cohete, Blue Origin debe aterrizarlo con éxito, un desafío que ha dominado con su cohete New Shepard, pero que será más complicado en el caso de New Glenn, que requerirá un aterrizaje en un barco dron en el océano Atlántico.
La tecnología necesaria para este aterrizaje es compleja. SpaceX tardó seis años en perfeccionar esta maniobra con el Falcon 9 tras su lanzamiento inaugural en 2010. La reusabilidad es fundamental para reducir costos y ampliar el acceso al espacio, lo que plantea un reto significativo para Blue Origin.
En cuanto a su tecnología interna, el sistema de propulsión de New Glenn representa un avance significativo. La primera etapa funciona con metano líquido, un combustible más limpio y eficiente que el queroseno utilizado en ambas etapas del Falcon 9. Por su parte, la segunda etapa utiliza hidrógeno líquido, un combustible aún más limpio y potente, aunque más difícil de manejar debido a sus propiedades criogénicas. La diferencia en tecnología puede compararse a la de un coche de lujo frente a uno convencional, como señala un experto en la materia.
Así, New Glenn se posiciona no solo como un competidor en el mercado de lanzamientos comerciales, sino también como un actor clave en el futuro del acceso y la exploración del espacio.
