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La magnetosfera terrestre, esa región del espacio que rodea a nuestro planeta y que es influenciada por su campo magnético, presenta fenómenos fascinantes. Uno de los más intrigantes son las ondas de coro, unas emisiones de radiación electromagnética que, al ser convertidas en señales de audio, suenan como un canto de pájaros al amanecer. Estas ondas cortas y intensas pueden durar solo algunas décimas de segundo, pero su repetición puede extenderse durante horas. A pesar de su belleza sonora, estas ondas pueden resultar extremadamente peligrosas para los satélites que orbitan la Tierra.
Descubrimientos sobre las ondas de coro
Un equipo de investigadores liderado por el físico C.M. Liu de la Universidad Beihang en China ha realizado un importante hallazgo sobre estas ondas, al medir una emisión de coro proveniente de un lugar inesperado, a más de 165,000 kilómetros de distancia. Este descubrimiento no solo desafía las teorías existentes sobre la formación de estas ondas, sino que también proporciona información valiosa sobre las condiciones en las que pueden generarse. Hasta ahora, se creía que las ondas de coro solo se formaban en áreas cercanas a la Tierra, donde el campo magnético es más ordenado. Sin embargo, las mediciones realizadas sugieren que estas ondas pueden surgir en las regiones más distorsionadas del campo magnético, como en la larga cola de la magnetosfera.
La comprensión de las ondas de coro es crucial, especialmente porque están relacionadas con la presencia de electrones de alta energía, conocidos como «electrones asesinos», que pueden causar daños significativos a los satélites. Estos electrones, liberados durante la formación de ondas de coro, pueden ser responsables de costosos daños en los satélites, por lo que su estudio se ha convertido en una prioridad para los científicos. El trabajo de Liu y su equipo ha permitido medir la distribución de electrones en estas ondas, confirmando la existencia de vacíos en su formación, lo que respalda teorías sobre su mecánica. Con este avance, se espera que los modelos de previsión sobre estas ondas mejoren, brindando una mejor protección a los satélites frente a las tormentas solares y otros fenómenos radiativos del espacio.