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Irán ha conmemorado el 46º aniversario de la Revolución Islámica con manifestaciones masivas en diversas ciudades del país, destacando la Plaza Azadi de Teherán como uno de los principales puntos de encuentro. El Ministerio de Relaciones Exteriores iraní instó a la población a participar en estas celebraciones, subrayando la importancia de la unidad y la independencia nacional.
El 10 de febrero marca el fin de la Revolución Islámica de 1979, que puso fin al régimen del Sha Mohammad Reza Pahlavi, respaldado por Estados Unidos, y dio paso a la creación de la República Islámica. Este cambio de régimen, liderado por el Ayatollah Ruhollah Khomeini, trajo consigo transformaciones significativas en las políticas internas y externas de Irán, incluyendo la ruptura de relaciones con Estados Unidos y un acercamiento a aliados regionales. Desde entonces, las relaciones de Irán con las naciones occidentales se han deteriorado, lo que ha resultado en una serie de sanciones destinadas a frenar su programa nuclear y su influencia en la región.
Manifestaciones y simbolismo de la resistencia
Durante las manifestaciones del lunes, los asistentes en Teherán marcharon por las calles portando banderas y coreando consignas. Algunos llevaban pancartas con imágenes del líder supremo de Irán, el Ayatollah Ali Khamenei, y del general Qassem Soleimani, comandante de la Fuerza Quds del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica, asesinado en un ataque con dron de Estados Unidos en 2020.
Según la agencia de noticias Tasnim, las celebraciones se llevaron a cabo en más de 1,400 ciudades y pueblos, así como en 38,000 aldeas a lo largo del país. Además, se informó de la llegada de cientos de invitados extranjeros para participar en el evento. El Ministerio de Relaciones Exteriores iraní describió la manifestación del 10 de febrero como una manifestación de la unidad y la armonía del pueblo iraní, reflejando la voluntad nacional de salvaguardar el legado de independencia, libertad, democracia y seguridad, logrado a través de sacrificios y dedicación.
A lo largo de los 46 años transcurridos desde la revolución, Irán ha enfrentado numerosos desafíos, incluyendo una guerra de ocho años impuesta con Irak, terrorismo, sabotajes, intervenciones extranjeras ilegales, sanciones injustas y presiones políticas y económicas. A pesar de estas adversidades, Teherán ha mantenido un enfoque en la autosuficiencia y la cooperación con otros países, presentando la manifestación del lunes como un símbolo de la resiliencia nacional y la defensa de su independencia frente a presiones externas.
En este contexto, Rusia ha emergido como un aliado clave. Recientemente, el presidente ruso, Vladimir Putin, y su homólogo iraní, Masoud Pezeshkian, firmaron un tratado de asociación estratégica integral de 20 años, destinado a fortalecer la cooperación económica y militar entre ambos países. Este acuerdo, que abarca comercio, colaboración militar, ciencia, educación e intercambios culturales, refuerza los lazos bilaterales en medio de la presión occidental.