El fascinante mundo de los sueños: ¿Por qué soñamos y qué revelan sobre nuestra salud?

In Ciencia y Tecnología
febrero 10, 2025

La fascinación por los sueños: un viaje a través de la investigación y la salud

Desde tiempos inmemoriales, los seres humanos han sentido una profunda fascinación por los sueños. Antonio Zadra, investigador del sueño y los sueños en la Universidad de Montreal, describe esta experiencia como un “mundo virtual” en el que interactuamos con personas y experimentamos una variedad de emociones. A medida que la ciencia avanza, los investigadores continúan explorando el porqué de los sueños, identificando conexiones significativas entre el acto de soñar y nuestra salud mental y emocional.

A finales del siglo XIX, el estudio científico de los sueños comenzó a tomar forma. En 1893, la psicóloga Mary Calkins llevó a cabo un experimento en el que despertaba a los participantes durante la noche para preguntarles sobre sus sueños. Calkins fue pionera en la cuantificación de los elementos y la temporalidad de los sueños, descubriendo que estos ocurrían principalmente en el presente y estaban relacionados con experiencias recientes. Sin embargo, el interés por los sueños cambió hacia su significado con la llegada de las teorías de Sigmund Freud a principios del siglo XX, quien sostenía que los sueños eran una manifestación de deseos reprimidos y conflictos psicológicos.

El descubrimiento del sueño de movimientos oculares rápidos (REM) en 1953 reavivó el interés científico por el estudio de los sueños. Se observó que al despertar a las personas durante esta fase, eran capaces de recordar sueños vívidos. A lo largo de los años, se ha demostrado que los sueños pueden ocurrir en diversas etapas del sueño, y que incluso aquellos con lesiones cerebrales o que consumen medicación que reduce el REM pueden seguir soñando. Aunque ciertos patrones de actividad cerebral se han asociado con la presencia o ausencia de sueños, aún no se ha identificado un biomarcador definitivo que indique que una persona está soñando. Esto ha llevado a la investigación del llamado “default mode network” o red de modo por defecto, un grupo de regiones cerebrales que se activan cuando la mente divaga, sugiriendo que los sueños podrían ser una forma intensificada de este vagar mental.

El estudio de los sueños también ha revelado su papel en la regulación emocional. La científica cognitiva Sara Mednick considera que los sueños sirven como un espacio seguro para procesar experiencias emocionalmente cargadas. Su investigación indica que soñar sobre eventos negativos puede ayudar a reducir la carga emocional asociada a esos recuerdos. Además, ha observado que quienes sueñan sobre sus exparejas tienen menos síntomas de depresión a lo largo del tiempo, sugiriendo que los sueños pueden tener implicaciones a largo plazo para mantener una relación saludable con el pasado emocional. Sin embargo, no todos los individuos recuerdan sus sueños, y la calidad del sueño y el momento del despertar pueden influir en esta capacidad. Por ejemplo, despertar de manera natural durante el sueño REM aumenta las probabilidades de recordar un sueño.

Los sueños, en su esencia, pueden ofrecer una ventana a nuestro bienestar emocional. Aquellos que experimentan altos niveles de estrés o ansiedad tienden a tener sueños negativos y un contenido onírico más hostil. Por el contrario, una mejora en el bienestar general se refleja en el contenido de los sueños. Esto es especialmente relevante en el contexto de trastornos del estado de ánimo, donde los patrones de sueño pueden ser un indicador del estado psicológico de una persona. En casos de trastorno de estrés postraumático (TEPT), los pesadillas recurrentes pueden señalar la necesidad de intervención terapéutica. Los sueños, por tanto, no solo son un fenómeno fascinante, sino también una herramienta para comprender y abordar nuestra salud mental.

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