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¿Qué está pasando en el campo valenciano?

In Nacional
febrero 08, 2017

“Yo pregunto a los presentes
si no se han puesto a pensar
que esta tierra es de nosotros
y no del que tenga más.

Yo pregunto si en la tierra
nunca habrá pensado usted
que si las manos son nuestras
es nuestro lo que nos den.”

“A desalambrar”, Daniel Viglietti.

Hace unas semanas me encontré un panfleto del PCPV de apoyo a la huelga general del sector de la naranja de 1981. Se trata de un texto breve, claro y sencillo que describe la situación del momento  y que expone las soluciones aportadas por el propio partido. Algo tan elemental como necesario para cualquier organización obrera.

Han pasado más de treinta años y la situación, en términos generales, ha empeorado. A inicios de los años 80’ era fácil encontrar la carretera nacional cortada porque los trabajadores de la naranja exigían unas condiciones dignas o la apertura de un hospital. Por desgracia esto es prácticamente impensable hoy en día. Por ello deberíamos conocer en qué situación se encuentran trabajadores y las trabajadoras de la recolección, manipulado y envasado de cítricos, así como de los pequeños agricultores.

Los “collidors” (recogedores) de naranjas y otros cítricos

Muchas empresas recurren a las ETT para la contratación de recogedores, algo que está causando estragos en los trabajadores, aunque ello no significa que sin ETT se cumplan los convenios o que tengan unas condiciones dignas. Esto se debe a que las ETT son el instrumento que explota doblemente a sus trabajadores y las trabajadoras y que además sirve para empeorar las condiciones de trabajo del resto.

No es difícil encontrar trabajadores de ETT que llevan 90 días trabajados sin descanso y que solo han cotizado 3 días mensuales. Todo ello sin olvidar el vergonzante Régimen Especial Agrario (y también su deficiente incorporación al Régimen General) con el cual a los trabajadores les quedan unas pensiones y unas prestaciones por desempleo paupérrimas. Tampoco es complicado encontrar cuadrillas que se desplazan 60 o 70 km para un par de horas y que se llevan ese día a casa unos 12 o 13 euros a los cuales descontar los gastos de transporte. Ni qué decir de las mafias que explotan a inmigrantes como la desarticulada en noviembre, que pagaba menos de 1 euro al día a trabajadores búlgaros.

Hoy en día es difícil encontrar sueldos que mejoren substancialmente los sueldos de hace veinte o treinta años hasta en las empresas que cumplen los convenios, así que imagínense cuando esto no ocurre. Un hecho diferencial con aquel momento es que se podía encontrar otro trabajo en otro sector en poco tiempo mientras que ahora se trata de elegir entre salarios de miseria o acudir a la caridad. En algunos casos no se llega ni a cobrar 300 o 400 euros mensuales en negro con una relación cuasi feudal con el empresario.

Las trabajadoras del envasado y manipulado de naranjas y otros cítricos

Las condiciones laborales de las envasadoras, al igual que las de los recolectores, han empeorado durante las últimas décadas, aunque con una diferencia importante que ha tenido lugar hace pocos meses: durante la negociación del convenio colectivo, se consiguió gracias a la convocatoria de huelga que la patronal reculase en sus pretensiones esclavistas como por ejemplo: jornada semanal de 48 horas ordinarias de lunes a domingo durante la campaña; congelación de salarios; horas extra a precio ordinarias para suplir las horas en las que no hay trabajo y además pagadas meses después; endurecimiento del régimen disciplinario; o consideración de “trabajadora sin experiencia” para aquellas que empiezan en una empresa aunque lleven 30 años en el sector.

No es que se haya conseguido un convenio digno, pero se ha frenado uno de los mayores ataques en un momento muy difícil para la clase obrera. Algo conseguido gracias a un buen trabajo sindical en distintas comarcas que supo concienciar y hacer viable una posible huelga de una semana en un sector poco o nada movilizado durante los últimos años.

Los pequeños agricultores

En el País Valenciano existen multitud de pequeños campos familiares que en su mayoría suponían un ingreso para complementar los salarios precarios. Sí, la precariedad no es ningún invento del siglo XXI.

Tras el impacto de la burbuja inmobiliaria, los precios impuestos por las grandes corporaciones y sus intermediarios, así como la cantidad y el precio de los tratamientos fitosanitarios, han hecho que muchos agricultores abandonen las tierras suponiendo un empeoramiento de sus condiciones, pérdida de puestos de trabajo y un fuerte impacto medioambiental. A su vez, este abandono de tierras ha favorecido la compra de pequeñas parcelas colindantes a precio de saldo para la creación de grandes fincas, en su mayoría propiedad de las empresas naranjeras, que empiezan a crear nuevos latifundios. Si de verdad pretendemos cambiar la situación, necesitamos dirigirnos a los pequeños agricultores y atraerlos frente al gran capital que está apoderándose del campo por completo y comenzar a crear cooperativas y construir la alternativa socialista.

Por si esto fuera poco, el Parlamento Europeo ha aprobado recientemente un acuerdo de Asociación Económica entre la UE y la Comunidad de Estados de África del Sur que amplía el periodo de importaciones de naranjas sudafricanas hasta finales del mes de noviembre, entrando así en competencia directa con las naranjas navelinas valencianas. Este acuerdo supondrá un impacto negativo de 124 millones de euros en el País Valenciano según la Unió de Llauradors i Ramaders, sindicato agrario que ha iniciado una acertada campaña para denunciar públicamente a los eurodiputados/as españoles/as que han permitido este acuerdo. No obstante, más que del aumento continuado de la competencia, se trata del mantenimiento de la tasa de ganancia de los capitalistas que empuja hacia el subdesarrollo las condiciones de vida de los trabajadores en general, y la de los trabajadores del campo en particular.

¿Qué hacer frente a todo esto?

Tal y como está la situación deberíamos preguntarnos cómo movilizar y organizar a los trabajadores y las trabajadoras en defensa de sus intereses de clase. Es más, ¿cómo podemos convencer a una trabajadora de ETT o a un parado de larga duración para que lo hagan en unas condiciones personales muy difíciles?

Pienso que la actuación de los sindicatos ante la negociación del convenio del manipulado y envasado señala un camino. Gracias a un trabajo sindical a pie de tajo, una mínima movilización y la convocatoria de huelga, se ha conseguido algo, que por poco que sea, supone mucho en estos tiempos. Pero aunque el trabajo diario de los delegados sindicales es primordial también es necesario un partido político obrero capaz de ir creando células en cada centro de trabajo. Para ello debe tener unas directrices políticas claras ante problemas concretos y una propaganda efectiva. Es urgente un trabajo sindical y político a pie de tajo que denuncie cada abuso empresarial y sus gobiernos cómplices. Si no se es un instrumento de clase difícilmente seremos vistos como tal por mucho que lo pregonemos.

Como digo, debemos ir a lo concreto. Si bien las ETT son una de las principales armas del capital, también son su talón de Aquiles, pues es donde más clara se ve la explotación. Además afectan a todos los sectores y esto puede contribuir al aumento de la conciencia de clase y a unificar sus luchas actualmente dispersas. Por eso debemos ser beligerantes con estas empresas esclavistas y exigir su prohibición.

Deberíamos preguntarnos cómo explicar a un/a parado/a el porqué de su situación y cómo ser un instrumento útil para ellos/as. Para ello podemos empezar por exponer el concepto de “ejército  industrial de reserva” de Marx, totalmente vigente en la actualidad. Tener como medida a corto plazo exigir el aumento de las prestaciones por desempleo y subsidios es un arma para poder rechazar empleos basura y para contribuir a aumentar salarios. Pero sin olvidar que no luchamos por migajas sino por el pleno empleo con trabajos dignos, algo que solo conseguiremos con el socialismo, para lo cual tenemos la necesidad como clase de organizarnos.

Otro factor clave para afrontar la situación actual es la lucha por la recuperación de los derechos que se están perdiendo y revertir los recortes en los servicios públicos. Derechos y servicios que nunca debemos olvidar que se conquistaron gracias a la lucha de miles de obreros/as, entre ellos los collidors que cortaban la N-340 en los años 80 para conseguir un hospital. No podemos permitir que estos derechos y prestaciones sean vistos como ayudas ni regalos del Estado burgués, sino que debemos explicar con claridad que dependen de la correlación de fuerzas de cada momento y que provienen dl sudor de nuestra frente. Y esta es la clave de todo pues no podemos pretender crear conciencia obrera sin explicar que toda riqueza es producto del trabajo y que nada se consigue sin lucha organizada (de clase, claro).

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Profesor de música y militante del PCPV-PCE.

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