La derecha española sigue su caminar torpe, suicida y destructor de todo lo que se haya levantado en este país con el sudor y la sangre de sus hombres y mujeres y de cualquier rastro de dignidad que haya quedado impregnado en las ciudades y pueblos de España. Lo hace con el convencimiento de quien se cree invencible pero se sostiene sobre unos pies de barro tan débiles como su honradez y su convencimiento democrático.
En un nuevo intento de reescribir la historia con la sangre de sus víctimas, la derecha pretende borrar ahora el nombre de Rafael Alberti,pero no sabe que tarde o temprano la Historia de España acabará borrando el nombre de los malditos de sus páginas y se limitará a citarlo acaso en aquellas más oscuras.
La política que está desarrollando lo más rancio de España en pleno año 2014 puede ser calificada de verdadera barbarie y sinrazón. Jamás desde hace siglos – excepto en aquellos años en los que media España dejó a la otra media enterrada en las cunetas -, habíamos vivido una época tan tenebrosa y lúgubre, retrógrada y antidemocrática, como en la que nos estamos adentrando.
Pretenden enterrar los derechos, echar cal viva sobre la memoria, dejar bajo tierra a los demócratas, fortalecer la impunidad de los asesinos, atemorizar a cada hombre y cada mujer, convertirnos en esclavos, y si replicamos en terroristas. Pero aunque lo crean no son ellos quienes cabalgan, sino quien dijo el poeta que hoy los malditos maldicen: A corazón suenan, resuenan, resuenan las tierras de España, en las herraduras. Galopa, jinete del pueblo, caballo cuatralbo, caballo de espuma. ¡A galopar, a galopar, hasta enterrarlos en el mar!
A Galopar, de Rafael Alberti
Las tierras, las tierras, las tierras de España,
las grandes, las solas, desiertas llanuras.
Galopa, caballo cuatralbo,
jinete del pueblo,
al sol y a la luna.
¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!
A corazón suenan, resuenan, resuenan
las tierras de España, en las herraduras.
Galopa, jinete del pueblo,
caballo cuatralbo,
caballo de espuma.
¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!
Nadie, nadie, nadie, que enfrente no hay nadie;
que es nadie la muerte si va en tu montura.
Galopa, caballo cuatralbo,
jinete del pueblo,
que la tierra es tuya.
¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!