Bashar al Asad como figura clave de la geopolítica mundial

In Internacional
febrero 15, 2016

Yuri Selivánov | News-front.com | Traducido del ruso por Íñigo Aguirre.

La destitución de Bashar al Asad es el punto angular del plan para el restablecimiento del control monopolista de Oriente Próximo por parte de Occidente.

Occidente y la autodenominada oposición siria, a la que el alto el fuego declarado no le impide en modo alguno seguir recibiendo de ciertos “benefactores” nuevos envíos de armamento, que incluyen sistemas antiaéreos, continúan con la misma cantinela: Rusia debe retirar a Asad lo antes posible y acto seguido, de un modo mágico todo se arreglará en Siria.

La prensa norteamericana en ruso que circula en la capital rusa susurra dulcemente al oído de su auditorio, que no hay nada que temer, que no le harán daño a Asad cuando le degüellen. Tris-tras y ya no existe más. Y además quién es él para tener que cuidarlo, cuando ha habido tantos disgustos por su culpa. Por contra, la de perspectivas que se abrirán gracias a eso, quedarán ustedes encantados…

Este es el envoltorio en que nos venden ese esplendor que está por venir, las “autoridades” opositoras de allá:

“La oposición siria considera posible alcanzar acuerdos con el actual gobierno sirio, declaró al respecto el representante del opositor Alto Comité Negociador sirio, Salem al Muslad. Si Rusia como aliada de Siria, está dispuesta a ejercer presión sobre el gobierno de Damasco, y si la delegación gubernamental se toma en serio las negociaciones, se puede llegar a alcanzar acuerdos en el transcurso de la actual ronda de negociaciones. En palabras de al Muslad, los representantes del Alto Comité Negociador estarían dispuestos a integrar el gobierno de transición de Siria conjuntamente con los actuales miembros del gobierno del presidente Basar al Asad, pero sin la presencia del mismo Asad”.

En realidad las perspectivas que se abrirían en ese caso dejarían a la Caja de Pandora convertida en un juego de niños. Nótese  ante todo que todo se medita siguiendo las mejores tradiciones de la “democracia colonial” estadounidense. Nada de elecciones ni tontadas por el estilo, Un “Alto Comité”, salido de la nada, y perfectamente cepilladito sobre las rodillas de Washington, está dispuesto a hacerle el favor al gobierno legítimo de Siria y entrar a formar parte del mismo, recibiendo allí todo lo que le venga en gana.

En este contexto, la destitución de Asad ─por algo se ha formado tanto guirigay a su alrededor─ es un momento crucial de toda la situación siria, del Próximo Oriente y de paso de la situación internacional. Porque Asad, por lo que sea, se ha convertido en la viga central sobre el que se asienta todo el edificio del legítimo sistema estatal sirio. Bastaría con mostrar debilidad en una cuestión tan capital, extraer y romper esa viga, y todo lo demás se vendría abajo como un castillo de naipes.

Porque enseguida después de Asad, ese mismo “Comité Negociador”, con J. Kerry dirigiendo la orquesta, sin duda dirá que no piensan sentarse  ni en la misma hectárea de terreno con “los verdugos sanguinarios del pueblo sirio” y exigirán desmontar todas las estructuras y destituir a todas las figuras clave del régimen que no sean dignas de que se les estreche la mano.

Y esa será ya la segunda etapa de la destrucción de Siria como Estado, mucho más sencilla de ejecutar. Pues es evidente que si se sacrifica al rey y la reina en una misma figura, todas los demás alfiles, caballos, torres y simples peones, serán comidos sin esfuerzo.

Como resultado, si Siria avanza por esa senda, lo que nos quedará a fin de cuentas será un gobierno prooccidental, bastante homogéneo, donde los sublevados lleven la voz cantante, en cuyas manos se concentren los principales institutos de  gobierno, empezando claro está, por la policía y el ejército.

La variante de acuerdo a la cual ambas partes del conflicto mantengan cierta paridad y respeto mutuo, se presenta como demasiado hipotética. Especialmente si Asad acaba siendo entregado. Occidente, quien únicamente entiende el idioma de la fuerza, valorará dicha entrega como una derrota decisiva de sus oponentes y aumentará al máximo posible la presión para finalizar todo el juego a su favor.

Si de algo van sobrados estos personajes es de experiencia y astucia. Basta con que les pongas el dedo en la boca para que se te coman todo el brazo y lo que sigue. Baste recordar como en su momento llevaron como quisieron a Rusia con la “zona de exclusión aérea” sobre Libia. Al principio lo presentaron como algo totalmente inofensivo, casi humanitario, que perseguía evitar que la aviación de Gadafi bombardease impunemente a los pobres “revolucionarios sirios”. Y acabó todo con la coalición del OTAN bombardeando toda Libia a diestro y siniestro, convirtiendo aquello en un infierno al que mandaron al propio Gadafi.

Así que no existe ningún motivo por el que Occidente no desee repetir, en lo que atañe a Siria y Rusia, ese mismo truco, mientras nos tragamos enteritos su vis a vis.

Y en cuanto este festín de caníbales se haya celebrado, el nuevo y “democrático” gobierno de Siria, (igual de democrático y sirio que la Junta que han colocado los americanos en Kiev) expresará a Rusia su profundo agradecimiento por todo lo bueno y le perdonará como es costumbre todo lo malo (es decir, no pedirá cien mil millones de dólares como compensación por los “criminales bombardeos” sobre Siria), mandando con voz dulce a Moscú a freír espárragos.

De modo que el resultado de los grandiosos esfuerzos políticos y militares en Oriente Próximo puede ser un cero elevado a la menos diez. Siria como aliado estratégico y sostén de la influencia de Rusia en el Próximo Oriente se perderá para siempre, todas las víctimas y gastos habrán resultado inútiles, las bases militares rusas pasarán a ser un vestigio del pasado y EEUU lograrán todo aquello que están logrando aquí.

Ese es el precio real de la entrega de Bashar al Asad a Occidente. Así que, nos guste o no, el significado del presidente de Siria para su país y para Rusia es tal, que sin esa figura clave nuestra derrota estratégica en esta partida geopolítica resulta prácticamente inevitable. De lo que se desprende que en ningún caso y bajo ninguna circunstancia podemos entregarlo. Mucho menos cuando la ley la fuerza y la razón están de su lado. Al igual que Rusia.