Serguei Aksionov | Svobódnaya Pressa | Traducido del ruso por Íñigo Aguirre
¿Qué hay de cierto en las supuestas informaciones sobre la presencia de nuestros “Spetsnaz” en la zona?
Rusia continúa adoptando esfuerzos diplomáticos militares y humanitarios para la normalización de la situación en Libia. Ayer (13 de marzo) llegó a Moscú en visita oficial el Comandante del Ejército Nacional libio Jalifa Haftar. Lo han bautizado como el “nuevo Gadafi”, dando a entender que solo él va a poder unificar a un país destruido por la guerra civil. Mientras tanto la agencia Reuters distribuía la supuesta información de que en el territorio de Egipto, cerca de la frontera con Libia, se había detectado la presencia de los Spetsnaz rusos.
Según datos de la agencia, la inteligencia norteamericana había descubierto la presencia de militares, parecidos a los Spetsnaz rusos, así como drones en la base aérea de Sidi Barrani a un centenar de kilómetros de la frontera libia. Se lamentan los norteamericanos de que a menudo los militares rusos no usan uniforme, lo que complica la tarea de identificarlos. A su vez, fuentes en las fuerzas egipcias de seguridad especificaron que se trata de 22 militares de los Spetsnaz, quienes a principios de febrero estaban utilizando otra base egipcia en la ciudad de Mersa-Matruh.
El objetivo del traslado de especialistas rusos a la frontera libia, en opinión de los diplomáticos norteamericanos, puede ser el apoyo técnico-militar a las fuerzas del comandante Haftar, quien recientemente no pudo repeler el ataque de las “Brigadas de defensa de Bengasi” sobre los puertos petroleros por él controlados. Anteriormente Moscú había dejado claro de modo inequívoco su apoyo a Haftar, invitándolo a bordo del portaviones “almirante Kuznetsov” donde tuvo lugar una videoconferencia entre el comandante libio y el ministro de Defensa Shoigú.
En el Consejo de la Federación (senado ruso) señalaron que el Kremlin no se había dirigido a ellos para solicitar permiso para el envío de tropas a Libia, como sucediera en el caso sirio. El senador Vladímir Dzhabarov califico la información de Reuters de bulo. En palabras de otro senador Víktor Ozerov, el objetivo de esa información podría ser el deseo de los EE.UU de desviar la atención de la “decisión de Washington de enviar a las tropas especiales norteamericanas a Siria para el asalto a Al Raqa”. En el Ministerio de Defensa ruso han negado las informaciones sobre la supuesta presencia de Spetsnaz rusos en Egipto. En el Kremlin la intromisión excesiva en Libia es calificada como contraproducente. Sin embargo se ha conocido que Rusia a fin de cuentas ha prometido ayuda militar a Haftar.
Los informes sobre preparativos militares en Libia fueron publicados en el marco del juego diplomático que realiza Moscú. En el transcurso del encuentro sostenido en el Ministerio de Exteriores ruso, el viceministro de Exteriores Mijail Bogdanov, no solo recibió al comandante Jalifa Haftar, sino también al representante personal de la asamblea de diputados Aquil Saleh y al embajador de Libia en Rusia Abdelbaset Badri. Moscú ha confirmado su intención de garantizar la unidad, soberanía e integridad territorial de Libia, para lo que se supone deberá predisponer un “diálogo inclusivo” con los representantes de todas las fuerzas relevantes de este país africano.
Cabe señalar que el adversario político y militar de Haftar, Fayez al-Sarraj también estuvo de visita en Moscú a comienzos de marzo. Anteriormente el ministro de Defensa de Gran Bretaña, Michael Fallon mostró sus temores ante la participación de Rusia en el arreglo político. “No creemos que en su “zoológico” haya crecido una fiera que pueda dar órdenes al oso”, le respondió a distancia Shoigú.
En la Propia Libia la “mano de Moscú” es cada vez más perceptible. La semana pasada los medios informaron de la participación de los “efectivos de la compañía militar privada RSB-Group” en el desminado de una fábrica de cemento en Bengasi. La víspera, el responsable de RSB-Group Oleg Krinitsyn había confirmado esa información, especificando que el contrato se había obtenido por la vía civil. Sin embargo el carácter mismo de la actividad de la compañía, el desminado, habla bien a las claras del carácter de esta estructura y su filiación con los militares.
El experto del Consejo ruso para temas internacionales y del Instituto de Oriente Próximo Serguei Balmasov, nos recordó que en la primera etapa de la campaña siria, Moscú tampoco confirmó los preparativos militares:
-El que en el Consejo de la Federación lo vayan a negar, es algo que entra dentro de lo esperado. Puede que incluso tengan la directriz de decir que no saben nada. Recordemos Siria: nadie creía que Rusia entraría en Oriente Próximo. Luego en agosto, en septiembre, empezaron a aparecer las primeras fotos de nuestros militares en Tartus. Los franceses también publicaron otras. Y solo después los nuestros empezaron a confirmarlo. Es algo razonable. Si se están reuniendo tropas en Libia ¿qué necesidad hay de ir gritándolo? Se otro modo el enemigo adoptaría contramedidas.
¿Pero la aparición de Haftar en Moscú no es para nada un bulo?
No tiene nada de sorprendente. A principios de marzo, la brigada de defensa de Bengasi, recibiendo ayuda de los servicios de inteligencia de Argelia, ayuda de al-Sarraj, ayuda de Turquía y Catar, infligieron a Haftar un serio revés. Ocuparon dos puertos, Sidra y Ras Lanuf, e intentaron tomar Adzhabia, aunque fueron repelidos. Ahora Haftar necesita refuerzos. Necesita armas y combatientes. Aunque Haftar se considera el “hombre fuerte”, no tiene gente más que para conformar una división, en el mejor de los casos.
Ha decretado una movilización, pero está por ver que la gente que reúna esté preparada para combatir. En lo que respecta al armamento, Haftar no tiene excesivos problemas. Libia está inundada de armas. Durante el conflicto del 2011 los franceses, ingleses e italianos enviaron una gran cantidad de rifles, además bastante modernos. Con lo que de verdad tiene problemas Haftar es con el servicio de información. Por eso se vio sorprendido cuando atacaron sus puertos. Sus tropas estaban en ese momento ocupando otras posiciones. Así que no le vendrían mal unos cuantos drones.
El objetivo de Haftar es serio; a corto plazo pasa por derrocar al gobierno de al-Sarraj e instaurar su gobierno en Libia. Además de Rusia también le apoya Egipto. El oponente de Haftar, al-Sarraj, parece que no ha impresionado a Moscú. En Bloomberg, en una entrevista a Guennadi Gatilov (viceministro ruso de Exteriores), este calificó directamente al gobierno de al-Sarraj, como “suave”. Poco es lo que controla y pocos los que lo reconocen.
¿Significa entonces que Rusia no se inhibe del conflicto en Libia?
-Rusia tiene importantes intereses en Libia. Uno de ellos es la recuperación del contrato de dos mil millones que perdió en su día “RZhD” (Ferrocarriles rusos). Se trata de la línea férrea entre Sirte y Bengasi. Además Rusia confía en obtener contratos militares. Después de todo Libia no es Tayikistán. Allí hay dinero de verdad. A pesar de la caída de la producción, continúa la exportación de gas y petróleo.
¿No existe el peligro de empantanarse en el conflicto libio?
-Nadie garantiza que apoyando a Haftar se vaya a obtener algún resultado. Tampoco es que disponga de mucha liquidez. Lo más probable es que se trate de envíos vía préstamo. Por la experiencia soviética ya sabemos que esa no es la mejor variante. También está el factor de Occidente. Van a tratar de contrarrestar nuestra presencia. La implicación en un conflicto se produce de modo gradual: primero va la equipación militar, luego los instructores, luego los voluntarios etc. Si nos arrastraron al conflicto sirio, también nos podemos ver arrastrados en Libia. Hay que tener presente que Libia se ha fracturado siguiendo un criterio histórico. ¿Vale la pena intentar coser todo eso? Esa es la cuestión.
¿Para eso se necesitaría un nuevo Gadafi?
–Haftar en parte ya lo es. Es un ex coronel del ejército de Gadafi, que huyó tras la derrota en Chad. Ahora en muchas de sus acciones está emulando a Gadafi. Habla abiertamente de una Libia unida.
El experto en Libia, profesor en la Escuela Superior de Economía, Grigori Lukianov considera que Haftar es en este momento quien cuenta con una mejor posición en Libia y la apuesta de Moscú por él está justificada.
La situación en Libia es tal, que el conflicto que ha estado sufriendo una constante transformación estos últimos años, sigue en ese proceso. En diciembre de 2015 se aprobaron los acuerdos de Sjirat, que se convirtieron en la base para un arreglo político de la crisis libia. Sin embargo todos los esfuerzos de la ONU y otros intermediarios han resultado infructuosos. El gobierno de unidad nacional no ha terminado convirtiéndose en la plataforma para las negociaciones entre los dos parlamentos, sino que ha pasado a ser otro de los centros de gravedad. Una de sus principales preocupaciones era la lucha contra el Daesh en la región de Sirte. La ciudad fue liberada, pero el Daesh no ha sido aniquilado.
¿Cuál es ahora la distribución de fuerzas en Libia?
-A finales de 2016 el conflicto entró en una nueva fase: Todos los grupos enfrentados en Libia cuentan con un potente fundamento militar. Sin eso es imposible ahora mismo en Libia considerarse sujeto político. El antiguo general, y ahora mariscal Jalifa Haftar cuenta con ese instrumento, representado en el Ejército nacional libio. Hoy ese instrumento resulta ser el más atractivo para una serie de intermediarios internacionales, entre los que se encuentra Rusia, Francia e Italia. En primer lugar por su postura irreconciliable con respecto al islamismo.
Haftar insiste en que los islamistas no tienen cabida en el futuro espacio político de la nueva Libia. Además eso no solo implica al Daesh, también a los “Hermanos musulmanes” y a los grupos islamistas moderados en los que se apoya el gobierno de el-Sarraj y que suponen la base del otro centro de fuerza, el gobierno de salvación nacional de Trípoli encabezado por Jalifa al-Ghawil. Como resultado, a finales de diciembre, comienzos de enero, esa incapacidad para llegar a acuerdos condujo a enfrentamientos entre los “Hermanos musulmanes” libios y el ejército de Haftar. Luego los combates se extendieron a toda la franja costera, donde se encuentran los principales puertos petroleros.
En estas condiciones, tanto los vecinos de Libia, como los países del sur de Europa están interesados en la estabilización de la situación por los cauces políticos. Sin embargo esos países no han creado las condiciones para unas negociaciones en las que Haftar pueda sentirse seguro. Por eso el general libio se dirige a Rusia. Del mismo modo que lo están haciendo otras fuerzas políticas de Libia. Una de las causas es la no participación de Rusia en el conflicto libio. Además la experiencia de Rusia en Siria es percibida por ellos, y en el mundo, como muy positiva: Argelia, Túnez y Egipto entienden que en Libia se necesita un líder fuerte, capaz de poner orden. Rusia cuenta precisamente con los recursos y la voluntad política requeridos para poder prestar el apoyo necesario.
¿Y qué necesitan en concreto los grupos libios?
–Necesitan apoyo financiero, armas, municiones, equipamiento militar y formación para su manejo. Necesitan instructores militares, capaces además de dirigir los combates sobre el terreno. Es el papel que desarrollan los consejeros en Siria. También necesitan del apoyo de Rusia en el Consejo de Seguridad de la ONU, ya que para empezar sería necesario levantar el embargo sobre el envío de armamento y tecnología militar que pesa sobre Libia. Sería el modo de incrementar el poderío militar de una fuerza legítima a nivel oficial. Recordemos que sigue vigente la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU de 2011, que prohíbe el envío de equipos militares.
Así que ahora mismo Rusia no tiene prácticamente competidores en Libia. Francia se encuentra inmersa en la precampaña electoral. Los italianos son percibidos como los antiguos colonizadores. A Moscú también mira una parte de esa élite, que se encontraba todos estos años en el exilio político. Es la parte de los empresarios libios que no tomaron parte en la guerra civil, que supo sacar sus capitales y colocarlos en países seguros. Están interesados en volver al país y reconstruirlo. Por eso lo que ha hecho Rusia en Siria es percibido como más que aceptable y deseable para su propio país. Aunque Jalifa Haftar no sea una figura incuestionable. Y además ya no es precisamente joven. Rusia debe fijar su atención en primer lugar en los que le apoyan.