Según la OMS, “la Salud Sexual y Reproductiva es la integración de todos los aspectos somáticos, emocionales, intelectuales y sociales del ser humano sexual en formas que sean enriquecedoras y que realcen la personalidad, la comunicación y el amor”. Es necesario recordar esta cita, pues a pesar de los miles de triunfos que se han cosechado, la lucha por la igualdad sexual, la erradicación de la homofobia y la desaparición de los prejuicios sexuales que mantienen a miles de millones de personas en estado de infelicidad, apenas comienza.
Al margen de los movimientos reivindicativos, es necesario un trabajo articulado que comience en las escuelas, a temprana edad, de manera que desde pequeños los niños logren integrar los elementos corporales, cognitivos y espirituales que le permitan desarrollar una personalidad y una posterior sexualidad lo suficientemente fuerte como para vivirla sin complejos cuando sean adultos y, en la misma medida, les amplíe el entendimiento y la empatía hacia personas cuya sexualidad no sea heteronormativa.
Por otro lado, una educación sexual clara les dará las herramientas para una posterior planificación familiar adecuada, para saber cuidarse y protegerse de enfermedades de transmisión sexual y para fortalecer su autoestima sexual, esa especie de músculo que les permitirá conocer sus cuerpos y actuar de manera cónsona para vivir una sexualidad plena.
¿Cómo educar para que los pequeños no se formen estereotipos de género?
Como padres es necesario tener claro que, como cabezas del hogar, deben ser modelos a seguir y que la única manera de enseñar efectivamente es a través del ejemplo. Los profesionales en la materia recomiendan a parejas en Vigo, Madrid, Barcelona, Valencia y en el resto de ciudades españolas que en el hogar ambos padres se alternen tareas para que los niños crezcan con la imagen de que no hay tareas que sean específicamente para mujeres y para hombres, sino que ambos pueden desarrollarlas en un clima de igualdad.
Los especialistas también recomiendan que los padres entretengan a los pequeños con juguetes variados como una manera de enseñarles que no existen ni profesiones, ni colores ni juguetes que sean exclusivamente para niñas y niños, y que si tu pequeño quiere jugar con una muñeca se sienta con la libertad de hacerlo, sin sentir que va a ser juzgado o que su sexualidad se va a poner en entredicho.
Siguiendo esta misma línea, es fundamental que los padres refuercen en sus hijos el hecho de que las diferencias anatómicas son las únicas que existen entre hombres y mujeres y que ninguno de los dos sexos está obligado o supeditado a cumplir tareas que no pueda cumplir el otro.
Los educadores, por su parte, también juegan un papel fundamental en la crianza de los niños y desde su sala de clases pueden apoyar la educación sexual con lecturas, actividades, discusiones, sesiones de preguntas y respuestas, e incluso programas de televisión en los que participen diversos estereotipos que luego pueda ser discutido en clase. De esta forma no solo tendremos nuevas generaciones mucho más sanas, sino que la lucha por la disminución de discriminación sexual y por la igualdad entre sexos será mucho más fructífera, pues en ella intervendrán ciudadanos críticos que aporten con sus conocimientos a la lucha.