La contaminación y el cambio climático son temas recurrentes en nuestra sociedad. Cada vez es más evidente que se necesitan medidas para reducir la huella energética y el impacto ambiental. Por eso, cuando se empezaron a ver los primeros modelos de coches eléctricos, todo apuntaba a que este sería el futuro de la automoción. Aunque empezaron a surgir algunos inconvenientes, como el precio de estos vehículos y la autonomía de las baterías. Cuestiones que algunos prevén que no serán un problema en pocos años, y que en la década de 2020 veremos cómo la demanda de combustibles fósiles empieza a decrecer, al igual que la compra de coches con motores de gasolina o diésel.
Otros se muestran menos positivos en cuanto a la actualidad energética, y aseguran que aunque sí que se irán viendo más coches eléctricos por las calles de nuestras ciudades, el cambio no será tan inmediato. ¿Por qué tantas dudas al respecto?
Los fabricantes no apuestan tanto por el modelo eléctrico puro
A pesar de que estamos viendo empresas como Tesla, cuyo coche eléctrico es muy demandado y además prepara un camión, la mayoría de marcas no se muestran tan encantadas con el lanzamiento de los coches eléctricos. Por el momento parece imponerse un camino intermedio, vehículos híbridos que combinan un motor convencional con una batería que acumula energía que impulsa un motor eléctrico.
Además, los fabricantes tienen muy claro que se necesita una fuerte inversión, que unida a la incorporación de otras posibles novedades como los coches autónomos, reducen la rentabilidad de estos respecto a los motores de combustión.
El tema de las cargas
Si echamos un vistazo a las noticias de España respecto a este tema, vemos que en muy pocas ciudades hay una infraestructura que permita conducir un coche eléctrico. Los puestos de carga son escasos, y las electrolineras que se anunciaron a bombo y platillo para cambiar las baterías en unos minutos no existen todavía. Es verdad que aparecen algunos puntos para coches eléctricos y se trata de impulsar su uso con medidas como la zona azul gratuita en Madrid o reducción de impuestos de circulación. Pero es demasiado poco para que al ciudadano le parezca suficientemente interesante.
Por otro lado, quien se interesa en poner un puesto de carga en un lugar de trabajo no lo tiene precisamente fácil. Ni hay subvenciones ni parece que exista una disposición a fomentar estos, sino todo lo contrario. Para el mundo del coche noticias como esta no vaticinan un futuro inmediato a las soluciones eléctricas.
Un proceso lento y largo
Aún si se logra que los fabricantes empiecen a lanzar modelos eléctricos, que en cada esquina haya un puesto de carga y que los precios de la electricidad hagan rentable el uso de baterías, otro tema de interés para este asunto, siempre queda un factor que escapa al control de la industria: los usuarios.
Es verdad que la idea de tener un coche eléctrico es bastante atractiva, al igual que lo es poder convertirse en uno de los personajes de tublogdesuperheroes.com. Pero quien se acaba de comprar un coche, sea diésel o de gasolina, tratará de usarlo la mayor cantidad de años posible. Y después de hacerlo, puede que lo venda a otra persona, que tratará de sacarle también el máximo partido.
Por eso, el proceso de cambio hasta un parque móvil en el que la mayoría de vehículos sean eléctricos o híbridos se vislumbra lento. Hay quien piensa en 2050, por lo que tal vez algunos de nosotros ya no estemos aquí para verlo.