La inmigración va ligada a la historia misma de Uruguay, y ha dotado al país de una identidad acogedora, cosmpolita y multicultural. Al siglo XVI se remontan algunos de los primeros registros de llegadas al país, y en el amplio periodo entre 1860 y 1920 se registró una gran oleada inmigratoria que propició que 600.000 europeos llegaran a Uruguay. Procedían, sobre todo, de España e Italia.
Más recientemente, el año pasado, se alcanzó un nuevo récord histórico en solicitudes de residencia, al emitirse al menos 13.000, y la previsión apuntaba a que así seguiría siendo en 2018. Significativo era también que, por primera vez, eran más venezolanos que argentinos.
De forma paralela a la llegada, la política migratoria ha caminado hacia la agilización de trámites, y en octubre de 2014 se creó la Dirección General de Asuntos Consulares y Vinculación. Su objetivo era acortar plazos para que un inmigrante de Mercosur pudiera obtener la residencia permanente en el país de forma más rápida, cuando antes llevaba años.
Impacto en la economía
La inmigración causa impacto en la economía. Lo notan para bien, entre otros sectores, los portales inmobiliarios como InfoCasas, dedicados a la venta en Uruguay de propiedades al que muchos autóctonos y foráneos se dirigen para comprar una casa y cumplir su sueño de ser propietarios.
Adecco Uruguay, por su parte, ha revelado recientemente su ranking mundial de Competitividad de los países, donde se ponía de manifiesto que la creciente oleada inmigratoria desde Caribe ha traído a profesionales calificadas provenientes, sobre todo, de Venezuela y Cuba, y cómo han aportado talento. En concreto, de 119 economías estudiadas, Uruguay alcanzó el puesto 44, quedándose entre las 50 mejores del mundo. Consiguió escalar 7 puestos desde la última edición.
Un talento que, según el consultor de selección de personal, Manuel Alonso, en declaraciones a El Observador, ha tenido un impacto muy positivo para Uruguay, un mercado que aún no tiene tanta especialización y es poco industrial. La inmigración trae la llegada de ingenieros con experiencia en industria, por ejemplo, y en general un mercado profesional más diverso.
Por qué Uruguay
Los trámites han agilizado la posibilidad de asentarse en el país, sí. Las ventas en Montevideo que tienen por objeto a casas cerca del mar y apartamentos podrían dar cuenta de ello, por la heterogeneidad. Pero hay más razones que explican por qué Uruguay.
La seguridad y la tranquilidad del país son también argumentos esgrimidos para explicar la llegada de inmigrantes de un país que destaca, además, por ir a la vanguardia en la promulgación de derechos civiles e iniciativas que persiguen que su ciudadanía gane en bienestar. El mundo entero ha mirado recientemente a Uruguay, cuando legalizó la venta de marihuana en farmacias.
La educación pública, gratuita y laica hasta niveles superiores, es también uno de los grandes logros históricos de Uruguay. Sus centros también han notado la llegada de inmigrantes, como ha sucedido en el Liceo Rodó que, con sus más de 100 años, ha vivido las dos grandes oleadas migratorias a Uruguay. La primera de ellas trajo europeos que huían de la Segunda Guerra Mundial; esta vez la mayoría de llegadas registradas son de personas de la misma Latinoamérica.
Su fundador, José Enrique Rodó, defendía que un continente integracionista. Debe ser un orgullo para los responsables del centro que siete de cada diez alumnos extranjeros aseguren no haber tenido dificultades para integrarse, según una encuesta del mismo. Eso sí que es continuar un legado.
Qué aporta la llegada de personas a un país
No se trata solo de la venta de apartamentos en edificios en Montevideo, claro, ni de la también mencionada importación de un talento que aporta diversidad a un mercado cada vez más competitivo a nivel mundial. En medio de la creciente oleada de xenofobia y racismo en Europa o Estados Unidos, muchos se afanan en hacer llegar los beneficios de la migración.
El fenómeno aporta dinamismo, decíamos, a la economía, que puede desarrollar un capital humano en mayor proporción, además de más fuerte. En un país como Estados Unidos, construido y desarrollado gracias a migrantes, la población extranjera ha resultado determinante en la creación de grandes compañías de base tecnológica, por ejemplo.
Es una idea falaz esa de que los inmigrantes lleguen a un país a robar trabajo, como señalaba el estudio “The economic benefits o immigration” de la Universidad de California en Berkeley: “La inmigración ha sido siempre un formidable motor para el crecimiento de la economía y la demografía en Estados Unidos”. Una buena manera de contestar las políticas y declaraciones de alguien como Donald Trump.
Además, de la economía, precisamente la demografía es otro importante pilar. Las personas que más tienden a migrar están entre los 20 y los 40 años, edades consideradas más productivas en la vida.
Tan antiguas como la humanidad
No todo el mundo valora, sin embargo, todo eso de la venta de casas en zonas demandadas, que el país sea valorado por su seguridad o por la calidad de su educación, o la evidente diversidad o riqueza multicultural. Pese a que Uruguay ha demostrado a lo largo de la historia su carácter acogedor, e incluso representando casos aislados, los más reaccionarios no dejan pasar la oportunidad de hacer sus ataques xenófobos.
Así sucedió a finales del pasado año, por ejemplo, cuando las redes sociales se llenaron de comentarios desafortunados hacia la ganadora de la segunda edición de Master Chef, María Gracia Sosa, una médica venezolana. Muchos se preguntaban si no era suficiente con proporcionarle residencia y trabajo.
Pero sería injusto que, por ciertos sectores de púbico de un programa de televisión, tomara protagonismo la cuestión de la discriminación en Uruguay cuando, de hecho, no se produjo por parte del canal, de sus compañeros o del jurado, que no dudó en encumbrar a la que consideraba mejor, obviando sus orígenes.
Precisamente el cantante y compositor uruguayo Jorge Drexler, conocido internacionalmente, ha defendido el movimiento migratorio en su canción “Movimiento”, en el que apunta a la misma naturaleza del ser humano: “Estamos vivos porque estamos en movimiento, nunca estamos quietos, somos trashumantes. Somos padres, hijos, nietos y bisnietos de inmigrantes”, señala la letra.
En declaraciones a los medios de comunicación, Drexler criticó que se siga criminalizando a los inmigrantes, y puso la relación de Estados Unidos y México como ejemplo de un error que seguimos cometiendo.