Desde que se entregara ayer a la policía brasileña, sus paradas han sido baños de multitudes. Tanto en el aeropuerto como en la prisión, miles de personas se han concentrado para mostrar su apoyo al ex presidente.
Antes de ser detenido, Lula volvió a negar las acusaciones presentadas contra él y por las que ha sido condenado a 12 años de prisión.
«No les perdono por haber intentado trasladar a la sociedad la idea de que soy un ladrón», dijo. Cuando acabó de hablar, Lula salió en los brazos de sus partidarios, prometiendo no rendirse: «Voy a llegar de cabeza erguida.»
La izquierda brasileña se unió para despedirse de la figura que representaba hasta ahora su gran triunfo para las presidenciales del 7 de octubre, y prometió seguir unida y luchar por su liberación.
Manuela D’Ávila, candidata del Partido Comunista de Brasil, aseguró que «será el 7 de octubre en las elecciones cuando se decida el destino de Lula».
En la misa en memoria de María Leticia, la mujer de Lula que murió el año pasado y haría el sábado 68 años, la candidata del PCdoB, con 36 años, fue una de las decenas de dirigentes de la izquierda brasileña que quisieron mostrar solidaridad con Lula antes de que éste se entregara a la Policía Federal.