A medida que se va aproximando el verano, muchos son los adolescentes que ven cerca el fin de una etapa y, sobre todo, el comienzo de una vida nueva lejos de sus progenitores. Después de uno de los cursos más exigentes, toca enfrentarse a la temida y siempre polémica selectividad, de cuyas notas dependerá el futuro de todos ellos. “La emoción de los jóvenes al saber que han sido aceptados en la universidad que deseaban contrasta en muchas ocasiones con los sentimientos de alegría y tristeza experimentados por sus progenitores, conscientes ahora de que sus hijos caminan a buen paso hacia la edad adulta” comentan desde el centro de psicología integral.
Y es que, a pesar de que no todos tengan que abandonar el hogar familiar para poder estudiar aquello que desean, muchos son los que se decantan por esta opción no solo por necesidad, pues la oferta educativa no es igual en todas las provincias, sino también porque ven en ello una oportunidad de emancipación y de comenzar a tener y disfrutar de sus propias vidas, a pesar de que económicamente la mayoría sigan dependiendo de sus padres.
“Y mientras la emoción y la ilusión por esta nueva vida invaden a los futuros universitarios desbancando a cualquier pequeño temor que pueda surgir. Sus padres se encuentran inmersos en una etapa de sentimientos encontrados, que no siempre saben muy bien cómo gestionar” indican desde centro de psicología integral.
“Ver partir a un hijo, ha sido, desde el inicio de los tiempos, un momento duro para cualquier progenitor. Y es que, a la alegría que proporciona saber que su hijo ha sido capaz de alcanzar sus metas, se une el sentimiento de tristeza que supone saber que ya no continuará viviendo en el hogar familiar y un gran número de miedos al pensar en todo lo que le podría pasar estando lejos de sus progenitores y protectores por excelencia”.
En ocasiones, los progenitores se acostumbran en cuestión de semanas, pero no siempre sucede así, siendo en estos casos necesario contar con la ayuda de profesionales que además de ayudar a normalizar la situación, conseguirán que los miedos se reduzcan mediante el fomento de la confianza y los lazos de unión paternofiliales.
En cualquier caso, ir a la universidad siempre ha sido un punto de inflexión en la vida de cualquier joven, así como uno de los más ansiados, mientras que para los padres continuará siendo uno de los más temidos.