Los países de la Unión Europea están inmersos en una carrera por aumentar su gasto militar y fortalecer su industria de defensa, impulsados por un contexto geopolítico de alta tensión. La reciente designación de Andrius Kubilius, ex primer ministro de Lituania, como el primer comisario de Defensa de la UE, marca un hito en la búsqueda de una mayor autonomía estratégica respecto a Estados Unidos. Este nuevo enfoque se materializa en el Programa Europeo de la Industria de la Defensa (EDIP, por sus siglas en inglés), que ahora debe ser desarrollado en un Libro Blanco por el Parlamento Europeo.
En este proceso, el eurodiputado del Partido Popular, Nicolás Pascual de la Parte, quien cuenta con una amplia experiencia como diplomático y embajador de España ante la OTAN, desempeñará un papel crucial. En una reciente entrevista, Pascual de la Parte destacó la necesidad de establecer una base sólida para la industria europea de armamento y tecnología, aunque reconoció que la falta de recursos financieros es un obstáculo significativo. Actualmente, el Fondo Europeo de Defensa, con un presupuesto de 1.500 millones de euros, resulta insuficiente frente a la necesidad estimada de 500.000 millones de euros en los próximos diez años.
Desarrollo de una Industria de Defensa Europea
La voluntad política para desarrollar una industria de defensa conjunta parece estar presente, pero la realidad financiera es complicada. El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, ha propuesto aumentar el gasto en defensa del 2% al 3% del PIB, lo que refleja la urgencia de los países europeos por adaptarse a un entorno de seguridad cambiante.
Sin embargo, la creación de un Ejército europeo como tal es poco probable. En lugar de ello, se busca que los países miembros dispongan de capacidades militares que puedan ser activadas en situaciones de crisis. Esto incluye la necesidad de establecer una cadena de mando y control, así como procesos de toma de decisiones que permitan dirigir operaciones militares de manera efectiva.
La Brújula Estratégica, el plan de acción de la UE en materia de seguridad y defensa, contempla la posibilidad de transformar las instalaciones de gestión militar en un Cuartel General, aunque se ha encontrado con resistencias, especialmente del Reino Unido, que históricamente ha defendido que la seguridad europea dependa de la OTAN.
En cuanto al papel de España en esta nueva dinámica, aunque no cuenta con grandes empresas de defensa a nivel global, su industria militar mediana es reconocida por su calidad, especialmente en sectores como radares y sensores. Empresas como Indra y Navantia destacan en el ámbito de la defensa, aunque la reciente venta de la industria de munición a la alemana Rheinmetall ha suscitado preocupaciones sobre la pérdida de capacidades estratégicas en un contexto de creciente demanda de armamento.
La Estrategia Europea de Industria de Defensa, aprobada en marzo, busca fomentar la creación de una base industrial y tecnológica en la UE. Se espera que el Parlamento redacte un Plan Europeo de la Industria de Defensa en un plazo de 18 meses, con el objetivo de aumentar la participación de productos europeos en los proyectos financiados con fondos comunitarios.
El desafío radica en que actualmente el 80% del armamento en Europa no es de fabricación europea, y el 70% de este es estadounidense. La meta es alcanzar un 65% de participación europea en todos los proyectos de desarrollo financiados por la UE, lo que implica un cambio significativo en la dinámica de producción y adquisición de armamento en el continente.
La situación actual, marcada por la invasión rusa de Ucrania, ha intensificado la presión sobre los países europeos para que refuercen sus capacidades defensivas. Aunque España no se considera una víctima directa de la agresión rusa, la inestabilidad en la región afecta a todos los países europeos, y la respuesta a esta amenaza requiere una reevaluación de las prioridades de defensa y seguridad en el continente.