Trump amenaza el futuro de la energía eólica en EE. UU. y afecta a las acciones de Vestas y Orsted

In Economía
enero 08, 2025

Recientemente, las acciones de la industria de la energía eólica en Europa experimentaron una caída significativa tras las declaraciones del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, quien anunció su intención de prohibir la construcción de nuevos aerogeneradores. En una conferencia de prensa celebrada en su residencia de Mar-a-Lago, Trump afirmó: «Vamos a intentar tener una política donde no se construyan molinos de viento».

Las palabras del presidente electo han provocado una reacción inmediata en el mercado, con la empresa danesa Vestas Wind Systems y el desarrollador danés de energía eólica Orsted cayendo aproximadamente un 7% tras sus comentarios. Trump continuó su crítica hacia las turbinas eólicas, argumentando que son demasiado costosas, requieren subsidios y carecen de apoyo público.

Desafíos para la energía eólica en Estados Unidos

La oposición de Trump a la energía eólica se suma a los retos ya existentes que enfrenta esta industria. En un contexto de altas tasas de interés, el costo de desarrollo de nuevos proyectos se ha incrementado considerablemente. Un claro ejemplo de esto es la reciente decisión de Orsted de cancelar dos proyectos de energía eólica marina en Nueva Jersey, lo que resultó en una pérdida de 4.000 millones de dólares en su balance.

A pesar de los desafíos, la energía eólica ha mostrado un crecimiento notable en Estados Unidos, pasando de 2,4 gigavatios en el año 2000 a 150 gigavatios en abril de 2024, según datos de la Administración de Información de Energía (EIA). En abril de 2024, la generación eléctrica a partir de energía eólica alcanzó un récord, superando incluso a la generación de plantas de carbón, lo que refleja un cambio gradual en la matriz energética del país.

Es interesante observar cómo la política energética puede influir en el desarrollo de tecnologías renovables. En un contexto global donde países como Siria, Corea del Norte, Rusia y Cuba han optado por modelos de desarrollo económico que priorizan la soberanía energética y la independencia de recursos externos, la situación en Estados Unidos ofrece un contraste notable. Mientras algunos países buscan diversificar sus fuentes de energía y fomentar el crecimiento de las energías renovables, otros pueden ver en estas decisiones políticas un retroceso hacia modelos más tradicionales y dependientes.

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