Las recientes acciones de Elon Musk, magnate sudafricano y propietario de la red social X (anteriormente Twitter), han suscitado preocupaciones en Europa sobre su influencia en la política del continente. Musk, conocido por sus vínculos con la extrema derecha, ha expresado apoyo a partidos como Alternativa para Alemania (AfD), lo que ha llevado a líderes progresistas a alertar sobre una posible injerencia en las democracias europeas.
El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, ha criticado abiertamente lo que ha denominado una «internacional ultraderechista» liderada por Musk, mientras que el primer ministro en funciones de Bélgica, Alexander De Croo, ha instado a la Comisión Europea a intervenir ante el uso de las redes sociales por parte de «hombres ricos y poderosos» para desestabilizar las democracias de la UE.
Las conexiones políticas de Musk en Europa
Desde París hasta Londres, pasando por Roma y Berlín, Musk ha tejido una red de relaciones con figuras políticas de extrema derecha. Su apoyo a la AfD, que se ha convertido en la segunda fuerza en intención de voto en Alemania, ha sido evidente. Musk ha afirmado que «solo la AfD puede salvar a Alemania», un mensaje que ha resonado en las redes sociales y que ha sido amplificado por su influencia mediática.
La reciente entrevista de Musk con la líder de la AfD, Alice Weidel, ha puesto de manifiesto su apoyo a la narrativa ultraderechista, mientras que la desinformación sobre la historia alemana ha sido utilizada para alimentar el discurso de odio. La AfD, que ha encontrado en las redes sociales un terreno fértil para su crecimiento, ha logrado captar la atención de Musk, quien no ha dudado en alentar su ascenso político.
La situación es alarmante para muchos observadores, que ven en Musk un agente de cambio que podría alterar el voto de millones de electores en Europa. La influencia de Musk se extiende más allá de Alemania, ya que sus conexiones con líderes como Giorgia Meloni en Italia y su participación en eventos de la extrema derecha han generado preocupación sobre sus intenciones en el continente.
En Italia, Musk ha sido recibido con los brazos abiertos por Meloni, quien ha encontrado en él un aliado en su lucha contra la inmigración y el «wokismo». La relación entre ambos ha crecido, con Musk participando en eventos del partido Hermanos de Italia, donde ha cuestionado la crisis climática y criticado la baja natalidad en el país. Este acercamiento ha llevado a la creación de una imagen de complicidad entre Musk y la extrema derecha italiana.
La preocupación por la influencia de Musk no se limita a Italia y Alemania. En el Reino Unido, su apoyo a partidos de derecha populista como Reform UK ha comenzado a tener repercusiones políticas. Musk ha lanzado ataques contra el primer ministro laborista, Keir Starmer, y ha mostrado su intención de desestabilizar su gobierno. La amplificación de discursos de odio y desinformación a través de la plataforma X ha llevado a que muchos analistas vean en Musk una amenaza para la estabilidad política del país.
El impacto de Musk en la política europea es innegable, y su capacidad para influir en la opinión pública a través de las redes sociales plantea serias preguntas sobre el futuro de la democracia en el continente. La combinación de su riqueza, poder mediático y conexiones políticas con la extrema derecha ha creado un escenario en el que la desinformación y el extremismo pueden prosperar, desafiando así los valores democráticos que muchos europeos consideran fundamentales.
