Jesse Eisenberg, conocido principalmente por su trabajo como actor, amplía su trayectoria al escribir, dirigir y protagonizar A Real Pain, una película que combina la comedia y el drama de manera magistral. Junto a un Kieran Culkin que roba escenas, Eisenberg explora de forma inteligente y profunda el trauma generacional, un tema que resuena especialmente en el contexto actual.
Tras la decepción que supuso Treasure, de Julia von Heinz, la idea de otra película que aborde el trauma hereditario y el legado del Holocausto a través de un viaje familiar podría no parecer atractiva. Sin embargo, A Real Pain se distancia de los clichés y ofrece una propuesta fresca y conmovedora. En lugar de caer en reflexiones empalagosas, Eisenberg presenta una buddy movie que alterna momentos de risa con un drama sincero sobre la memoria y la percepción del dolor.
La historia sigue a dos primos judío-americanos, Benji (Kieran Culkin), un personaje extrovertido y sin filtros, y David (Eisenberg), un hombre de familia más reservado. Ambos emprenden un viaje a Polonia para rendir homenaje a su abuela fallecida, visitando el campo de concentración de Majdanek y el hogar de la infancia de su abuela, de donde huyó durante la Segunda Guerra Mundial. A medida que avanza la trama, se ven obligados a confrontar su historia familiar en relación con el Holocausto.
A pesar de su premisa sencilla y de la dinámica predecible entre los protagonistas, Eisenberg demuestra un notable manejo del equilibrio entre la comedia y el drama. Su guion, que combina el humor con el sentimiento, sabe cuándo abordar temas serios sin caer en sentimentalismos forzados y cuándo reírse de sí mismo sin recurrir a chistes de mal gusto. Esta habilidad se ve reflejada en las actuaciones de ambos actores, que aportan su ingenio característico y saben cuándo suavizar el tono para crear momentos inesperadamente bellos.
La química entre Eisenberg y Culkin es fundamental para el éxito de la película. Culkin, que ha sido reconocido con varios premios por su interpretación de Benji, logra equilibrar el narcisismo con un encanto inquieto, permitiendo al público vislumbrar la sensibilidad que se oculta tras su fachada. Por su parte, Eisenberg desempeña el papel del «hombre recto» que contrasta con la exuberancia de Culkin, creando un juego de dinámicas que enriquece la narrativa.
El título de la película, A Real Pain, refleja la evolución de Benji, quien, aunque inicialmente parece ser la fuente del dolor, se ve obligado a reflexionar sobre el peso del sufrimiento histórico. A medida que el viaje avanza, ambos personajes comienzan a contextualizar sus problemas individuales, sin restar importancia a sus tribulaciones, pero reconociendo cómo el dolor histórico puede influir en las concepciones modernas del trauma. Este análisis es particularmente relevante en un momento en que las tragedias actuales a menudo se convierten en moneda social, y el filme aborda esta complejidad de una manera audaz y significativa.
Con un clímax agridulce que culmina en una reflexión profunda, A Real Pain se establece como una obra conmovedora e introspectiva de un actor que demuestra ser un director y guionista a seguir. La película ya está disponible en el Reino Unido, Irlanda, España y Alemania, con una expansión programada para mediados de febrero en otras regiones europeas.