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La importancia de los árboles en las escuelas: un recurso vital para el aprendizaje y la salud de los niños

In Sin categoría
enero 29, 2025

En muchas ocasiones, el papel de los árboles en los colegios ha sido relegado a un segundo plano, siendo considerados más un riesgo que un recurso. Recientemente, un estudio realizado en Nueva Zelanda ha puesto de manifiesto la necesidad de reevaluar esta percepción, revelando que los espacios verdes en las escuelas urbanas son escasos y que su calidad es cuestionable.

Las preocupaciones sobre la seguridad han llevado a muchos centros educativos a prohibir actividades como escalar árboles, mientras que, en la planificación de infraestructuras escolares, los espacios verdes son frecuentemente considerados como un «extra» que no se prioriza. Sin embargo, los beneficios de tener árboles y vegetación en entornos urbanos son bien conocidos y se vuelven cada vez más cruciales en un contexto de creciente densidad poblacional.

Beneficios de los espacios verdes

El estudio realizado en 64 escuelas primarias de Auckland concluyó que la mayoría de estos centros están dominados por campos deportivos, lo cual, si bien es positivo para la actividad física de los niños, limita las oportunidades de interacción con la naturaleza. La falta de diversidad botánica es alarmante; un 33% de los terrenos escolares presentaba especies de plantas no autóctonas, como el woolly nightshade, lo que indica una falta de atención a la biodiversidad local.

Los espacios verdes no solo ofrecen un lugar para el juego, sino que son esenciales para el desarrollo de una diversidad de especies que contribuyen a un ecosistema más saludable. Por ejemplo, los pájaros se alimentan de diferentes capas de vegetación, y la ausencia de un estrato arbustivo limita sus oportunidades de supervivencia. La plantación de especies autóctonas como el pōhutakawa, acompañado de otras variedades como el pūriri o el karaka, aumentaría esta diversidad y proporcionaría sombra natural, un beneficio indiscutible en climas cálidos.

A pesar de los hallazgos preocupantes, el estudio también encontró aspectos positivos. Un 36% de las escuelas tenía algún tipo de masa forestal, lo que representa una oportunidad invaluable para el aprendizaje al aire libre. La presencia de especies de plantas asociadas a la cultura maorí, como el harakeke, es un indicativo de que la educación ambiental puede ir de la mano con la preservación de la cultura local.

En la actualidad, es imperativo que las instituciones educativas reconsideren el uso y el diseño de sus espacios exteriores. Incorporar más biodiversidad y vegetación nativa no es solo una cuestión estética; se trata de proporcionar a los niños un entorno que fomente su bienestar físico y mental, al mismo tiempo que se contribuye a la salud del ecosistema urbano. La naturaleza no debe ser vista como un lujo, sino como una necesidad fundamental en el proceso educativo.

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