La producción ganadera es un importante contribuyente a las emisiones de gases de efecto invernadero, siendo el metano uno de los principales responsables de este fenómeno. Según la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA), una sola vaca puede emitir entre 70 y 120 kilogramos de metano al año. Con más de 28 millones de bovinos de carne en EE. UU., las cifras son alarmantes, superando las 1.800 millones de libras de metano, lo que equivale al peso de al menos 20.000 ballenas azules.
Este gas, que es hasta 25 veces más potente que el dióxido de carbono en términos de calentamiento global durante un período de 100 años, se genera en el proceso digestivo de los rumiantes a través de la fermentación entérica. Mientras que la agricultura representa aproximadamente el 10% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero en EE. UU., la producción de ganado es considerada la mayor fuente de metano dentro de este sector.
El compromiso global para reducir emisiones de metano
Con el objetivo de reducir las emisiones globales de metano en al menos un 30% desde los niveles de 2020 para el año 2030, países como EE. UU., Brasil, Argentina, Francia y Alemania están buscando soluciones efectivas. Una de las propuestas es la reducción del consumo de carne de res. Sin embargo, como señala Kelly Davidson, profesora asistente en la Universidad de Delaware, cambiar los hábitos alimenticios de la población es un desafío considerable, dado que muchos consumidores tienen preferencias y tradiciones arraigadas en torno al consumo de carne.
Entre las soluciones propuestas, se encuentran los aditivos alimentarios que pueden incorporarse a la dieta de las vacas para reducir las emisiones de metano. Investigadores de la Universidad de Delaware han realizado un estudio sobre la preferencia de los consumidores en relación con la carne de res procedente de ganado alimentado con estos aditivos, incluyendo un suplemento a base de algas. Los resultados revelan que, aunque inicialmente los consumidores prefieren la carne convencional, al recibir información sobre las emisiones de gases de efecto invernadero, muestran mayor disposición a optar por carne de res alimentada con algas.
Los aditivos como el 3-nitroxypropanol (3NOP) y aceites esenciales, ya disponibles en mercados como el de la Unión Europea y Brasil, han sido aprobados para su uso en Estados Unidos, aunque sólo para vacas lecheras. Sin embargo, el aditivo a base de algas promete reducir las emisiones de metano hasta en un 95%, lo que podría tener un impacto significativo en las metas de reducción de emisiones establecidas por los gobiernos.
El estudio, que incluyó a más de 3.000 consumidores de carne molida, reveló que aquellos que recibieron información sobre las emisiones de metano mostraron interés en pagar un precio adicional por carne de res de bajo metano. En contraste, aquellos que no recibieron información preferían comprar carne convencional a precios bajos. Este hallazgo sugiere que la educación del consumidor y la implementación de etiquetas informativas pueden ser herramientas efectivas para fomentar elecciones más sostenibles.
De acuerdo con los investigadores, si se implementan aditivos a base de algas, 3NOP y aceites esenciales en la alimentación del ganado, se podría alcanzar una reducción de hasta el 48% en las emisiones de metano, siempre que los consumidores respondan positivamente a las campañas informativas. La capacidad de los consumidores para influir en el mercado de la carne de bajo metano dependerá de la inversión de los responsables políticos en estrategias de sensibilización y etiquetado adecuado.