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El Día de San Valentín evoca imágenes de chocolates y romanticismo, pero la producción de cacao, ingrediente fundamental de estos placeres, enfrenta una amenaza existencial. Regiones como el noreste de Brasil, conocido por ser una de las áreas más destacadas en la producción de cacao, lidian con una creciente aridez que representa un desafío para los agricultores que dependen de este cultivo, el cual prospera en climas húmedos. La sequedad de la tierra está afectando tanto a la producción de cacao como a las comunidades que viven de ella.
Causas de la aridez y su impacto global
La aridez no es un fenómeno aislado de las condiciones climáticas, sino el resultado de una compleja interacción de factores impulsados por la actividad humana, como las emisiones de gases de efecto invernadero, las prácticas de uso del suelo y la degradación de recursos naturales críticos, como el suelo y la biodiversidad. Estas fuerzas interconectadas han acelerado la transformación de paisajes previamente productivos en regiones cada vez más áridas, con consecuencias que se extienden a través de ecosistemas y economías a nivel global. En las últimas tres décadas, más del 75% de la superficie terrestre ha experimentado un aumento en su sequedad, y las tierras secas ahora cubren el 41% del planeta, lo que representa un área equivalente a la mitad de Australia.
Entre los factores que contribuyen a esta situación se encuentran las emisiones de gases de efecto invernadero, principalmente como resultado de la quema de combustibles fósiles y la deforestación, que incrementan las temperaturas globales y, a su vez, aceleran la evaporación de la humedad del suelo y las plantas. Esta evaporación excesiva, incluso en regiones con precipitaciones moderadas, agrava la escasez de agua. Además, las prácticas agrícolas insostenibles, que incluyen el sobrepastoreo y la deforestación, contribuyen a la degradación del suelo, creando un ciclo vicioso en el que los suelos degradados retienen menos agua, lo que a su vez aumenta la aridez.
La crisis de la aridez no solo pone en peligro la producción de cacao, sino que también afecta a otras zonas agrícolas clave, como el Mediterráneo y el Sahel africano, que ya enfrentan desafíos significativos para la agricultura y la biodiversidad. Se estima que para el año 2100, hasta 5.000 millones de personas podrían habitar áreas secas, un aumento casi del doble de la población actual en estas regiones. La presión sobre los sistemas de alimentos podría intensificarse, lo que también podría acelerar la migración de comunidades rurales en busca de mejores condiciones de vida. La degradación de los ecosistemas, junto con la disminución de los recursos hídricos, afecta a la fauna y flora locales, poniendo en riesgo la supervivencia de especies adaptadas a condiciones más húmedas.