
Durante décadas, los científicos han estado investigando las dietas de los primeros homínidos, con un enfoque particular en su dependencia de las plantas. Sin embargo, aún queda una pregunta clave sin respuesta: ¿cuándo comenzaron nuestros ancestros a consumir carne de manera regular? Esta incertidumbre representa una laguna en nuestra comprensión de la evolución humana, ya que se considera que el consumo regular de carne fue uno de los principales impulsores del crecimiento cerebral y la evolución en los homínidos. Los productos de origen animal son calóricamente densos y más fáciles de digerir en comparación con los alimentos vegetales no procesados, además de contener todos los aminoácidos esenciales y ser ricos en nutrientes, minerales y vitaminas.
Nuevas evidencias sobre la dieta de los homínidos
Lo que se sabe es que cuando el género Homo emergió hace más de dos millones de años, los homínidos ya estaban consumiendo carne de forma regular, tal como lo indican su uso creciente de herramientas de piedra para desollar y procesar productos cárnicos, así como los restos fósiles que presentan marcas de corte. Sin embargo, esto no aclara cuándo y dónde comenzó el consumo regular de carne, ni qué especies de nuestros ancestros realizaron este cambio crucial. Gracias al análisis del esmalte dental fosilizado, se ha avanzado en esta investigación. Un estudio reciente, realizado en colaboración con varios coautores, ha medido isótopos de nitrógeno en el esmalte dental de fósiles del género Australopithecus, encontrados en las Cuevas de Sterkfontein, en Sudáfrica, que representan una de las especies de ancestros humanos más antiguas conocidas.
Los isótopos son versiones de un mismo elemento que tienen el mismo número de protones pero diferente número de neutrones, lo que les confiere distintas propiedades físicas. En el caso del nitrógeno, existen dos isótopos estables: nitrógeno-14 y nitrógeno-15, cuyos ratios varían en la naturaleza. En las cadenas alimentarias, los isótopos de nitrógeno se enriquecen a medida que se asciende en la cadena, lo que significa que los depredadores presentan mayores ratios de nitrógeno-14/nitrógeno-15 que los herbívoros. Identificar estos isótopos ayuda a reconstruir dietas y ecosistemas antiguos, lo que permite a los científicos comprender cómo los ambientes del pasado influyeron en la supervivencia de las especies, incluidos los primeros humanos. En este contexto, los hallazgos sugieren que los Australopithecus tenían una dieta predominantemente herbívora, con escasas o nulas evidencias de consumo de carne, lo que contrasta con los Neandertales, que lo hicieron millones de años después.
El estudio, que se inició con la medición de isótopos de nitrógeno en esmalte dental de roedores con dietas controladas, se expandió a otros mamíferos salvajes de colecciones de museos que vivieron en ecosistemas africanos. Tras validar la técnica, se aplicó al esmalte dental fósil de Australopithecus, revelando que su firma isotópica era similar a la de los herbívoros. Estas investigaciones son solo el comienzo, ya que se planea ampliar la investigación a otros yacimientos fósiles en África y Asia, con el objetivo de responder preguntas más amplias sobre la introducción de la carne en la dieta de los homínidos y su relación con el aumento del tamaño del cerebro y el desarrollo de nuevas tecnologías de herramientas de piedra.