
El pasado mes de abril, la inflación en la zona euro se mantuvo sin cambios en un 2.2%, un dato que no cumplió con las expectativas de los analistas que anticipaban una caída a 2.1%. Esta cifra refleja la compleja situación económica que atraviesa la región, donde la economía parece estar en una encrucijada, influenciada por diversos factores, tanto internos como externos.
Entre las cifras más destacadas se encuentra la inflación subyacente, que excluye los precios más volátiles de alimentos y energía, y que experimentó un aumento, alcanzando el 2.7% en abril, en comparación con el 2.4% de marzo. Este aumento en la inflación de servicios, que llegó al 3.9%, podría estar relacionado con efectos temporales relacionados con la festividad de Semana Santa, según comentarios de expertos económicos.
Franziska Palmas, economista senior de Capital Economics, sugirió que estos efectos son susceptibles de revertirse en el corto plazo, lo que podría abrir la puerta a nuevas reducciones en las tasas de interés por parte del Banco Central Europeo (BCE). En este sentido, es notable que la presidenta del BCE, Christine Lagarde, ha manifestado que el banco se encuentra en un camino de desinflación que podría culminar a lo largo de 2025.
Sin embargo, el panorama inflacionario a medio plazo se presenta incierto, con riesgos asociados a posibles represalias tarifarias por parte de Europa ante las medidas impuestas por Estados Unidos, así como a cambios fiscales importantes, como el ambicioso paquete de infraestructura que se está implementando en Alemania.
El BCE ha mostrado una disposición a ser «extremadamente dependiente de los datos» al tomar decisiones sobre las tasas de interés, después de haber reducido la tasa clave al 2.25% el mes pasado, desde un máximo del 4% en 2023. Este enfoque cauteloso refleja la fragilidad de la recuperación económica en la zona euro, que se mantiene en vigilancia ante la posibilidad de que las tensiones comerciales globales puedan afectar su crecimiento.
Perspectivas económicas en la zona euro
A medida que se publican los últimos datos de inflación de las principales economías de la zona euro, se observa que la situación económica es heterogénea. Por ejemplo, Alemania ha reportado un aumento del 2.2% en los precios al consumidor, mientras que Francia ha registrado un 0.8%, también ligeramente por encima de las previsiones. Estos datos, armonizados para facilitar la comparación, revelan un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) del 0.4% en el primer trimestre de 2025, superando las expectativas iniciales de un 0.2%.
Sin embargo, este crecimiento es susceptible de desacelerarse en los próximos meses debido a las repercusiones de las tarifas globales, lo que pone de manifiesto la interconexión de las economías y la vulnerabilidad de la zona euro ante decisiones políticas de otros bloques económicos. Este contexto se convierte en un reto para los responsables de la política económica, que deben equilibrar la estabilidad interna con las presiones externas.