La Costa de Amalfi, un tesoro natural de Italia, se transforma en un remanso de tranquilidad durante los meses de primavera. Con el calor del sol de mayo, los limoneros, recién despojados de sus redes de protección invernales, perfuman el aire con sus flores dulces y cítricas. Esta ruta de hiking, que serpentea por los acantilados sobre el pueblo de Amalfi, ofrece un respiro del bullicio veraniego que caracteriza a esta famosa costa italiana.
El turismo masivo ha convertido a la Costa de Amalfi en un destino conocido por sus multitudes, pero la primavera presenta una oportunidad singular para disfrutar de festividades locales y de la belleza natural sin la aglomeración habitual. Durante abril y mayo, los visitantes pueden participar en celebraciones religiosas, realizar caminatas entre flores y degustar delicias tradicionales de Pascua.
Un hotel en el acantilado de Amalfi
El Hotel Santa Caterina es uno de los establecimientos más emblemáticos de la zona, perteneciente a la misma familia desde finales del siglo XIX. Este hotel resalta la importancia de las temporadas intermedias, siendo de los primeros en abrir sus puertas en marzo y de los últimos en cerrar en octubre.
Ubicado en la costa, sus instalaciones se asientan sobre el acantilado, ofreciendo vistas impresionantes del mar. Las habitaciones, decoradas con azulejos coloridos de Vietri, evocan la elegancia de la costa de los años 50. Por debajo del hotel, los jardines, cuidados por un equipo de jardineros, florecen en primavera, creando un paisaje vibrante. Para acceder a la playa, los huéspedes pueden utilizar un ascensor o preferir la pintoresca escalera que desciende entre los limoneros y las bugambilias.
En la terraza del bar, sombreadas por una pérgola de glicinas, se puede disfrutar de un ambiente relajante antes de que llegue el calor del verano.
Las rutas de senderismo en la Costa de Amalfi alcanzan su esplendor en primavera. Con un clima más fresco, la ascensión por los interminables escalones se vuelve más agradable. Un sendero comienza en la parte alta de la calle principal de Amalfi, justo frente al Museo de la Piel, una exposición que merece la pena visitar para aprender sobre la histórica tradición de fabricación de papel de la región. La ruta del Valle delle Ferriere, como se conoce, se adentra en un entorno natural que combina terrazas de limoneros y densos bosques, donde se pueden observar antiguos molinos y cascadas que fluyen con la abundancia del agua primaveral.
Finalmente, coincidir la visita con la Semana Santa permite a los viajeros disfrutar de festividades religiosas profundamente arraigadas en la comunidad local. El Viernes Santo, las luces de la ciudad se apagan para dar paso a una emotiva procesión de figuras encapuchadas que portan una estatua de Cristo, iluminada únicamente por antorchas. Durante esta época, se pueden degustar delicias típicas, como la pastiera, un pastel de ricotta con sabores de agua de flor de naranja y cáscara de naranja.
La Costa de Amalfi, aunque conocida por su intenso turismo en verano, ofrece en primavera un refugio de serenidad. Durante este mes, los caminos sombreados por limoneros se recorren casi en soledad, permitiendo a los visitantes disfrutar de una experiencia más íntima y apacible, lejos del ajetreo que caracteriza a la zona en el periodo estival.
