
Sarah Kapnick ha sido una figura destacada en la intersección entre la ciencia del clima y el mundo financiero. Desde su inicio en 2004 como analista en Goldman Sachs, se ha cuestionado la relación entre el crecimiento económico y el cambio climático, así como la falta de asesoramiento sobre este tema en el sector financiero. Con un sólido trasfondo en matemáticas teóricas y dinámica de fluidos geofísicos, Kapnick se propuso abordar el desafío de integrar estas dos áreas.
Su trayectoria la llevó a profundizar en el ámbito científico, lo que la condujo a la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA), donde se centró en comprender y predecir los cambios climáticos, así como en compartir ese conocimiento. En 2022, fue nombrada científica jefe de NOAA, un rol que la preparó para su actual puesto en JPMorgan Chase, donde ocupa el cargo de responsable global de asesoría climática.
El papel de la asesoría climática en el sector financiero
En una reciente entrevista, Kapnick explicó la creciente demanda entre los clientes de bancos como JPMorgan por comprender cómo el cambio climático impacta en los negocios. La necesidad de elaborar marcos estratégicos que integren el clima en las operaciones comerciales es cada vez más crucial. Este enfoque se basa en una comprensión profunda de la ciencia climática y su traducción a términos económicos y de desarrollo.
Un ejemplo que menciona es el de un cliente preocupado por el riesgo de incendios forestales. Los inversores buscan respuestas sobre cómo se está desarrollando este riesgo y cómo podría afectar su infraestructura. A través de su experiencia, Kapnick puede ofrecer una visión clara de los datos, la evolución de las regulaciones y las posibles adaptaciones necesarias para mitigar estos riesgos.
La capacidad de Kapnick para combinar la ciencia con la estrategia empresarial es un activo invaluable en un entorno donde la incertidumbre climática se traduce en desafíos financieros. Ella misma subraya que los bancos, incluidos los grandes como JPMorgan, deben adaptarse a un mundo donde el cambio climático no es solo una preocupación futura, sino una realidad que afecta el resultado económico actual.
Además, Kapnick señala que la reducción de financiación pública para la NOAA y FEMA ha llevado a un cambio en la disponibilidad de datos climáticos. Ante esta situación, se observa un florecimiento de iniciativas en el sector privado para llenar este vacío, aunque la transición a nuevas fuentes de datos requerirá un período de ajuste. La cuestión de la confiabilidad de estas nuevas fuentes es fundamental, y muchos clientes están empezando a incorporar expertos internos para evaluar la información climática que antes era proporcionada por las agencias gubernamentales.
La experiencia de Kapnick ilustra cómo la intersección entre la ciencia climática y la economía puede ofrecer nuevas oportunidades en un mundo en constante cambio. En un momento en que la comprensión del clima se vuelve cada vez más crítica para la planificación financiera, su enfoque colaborativo y su capacidad para traducir datos complejos en decisiones estratégicas son esenciales para ayudar a las empresas a navegar por un futuro incierto.