Parecía que Colombia había pasado página de la terrible etapa de su historia de 50 años de violencia, de guerras civiles, de terrorismo y narco. Pero de repente el uribismo vuelve a proyectar el fantasma de todo ese escenario como un pasado que no termina de irse.
Con más del 90% de las urnas escrutadas, Iván Duque (discípulo del ex presidente Alvaro Uribe) es el gran ganador, con un 54% de los votos. El ex guerrillero Gustavo Petro tiene, hasta ahora el 41% y los votos blancos fueron de poco más del 4%.
Duque, el ahijado político del funesto ex presidente, se convierte así en el mandatario más joven elegido en Colombia desde 1872.
Mientras Petro, de 58 años, es un ex guerrillero del M-19, ya disuelto, que defiende los acuerdos de paz, la lucha contra el narco y grandes reformas que pretenden romper con el histórico control de la derecha en Colombia, Duque por su parte pretende romper los acuerdos de paz con las FARC, reducir los impuestos para las grandes empresas y llevar la presión internacional contra el gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela.
Colombia es un país de 49 millones de habitantes, con un 27% de pobreza y el mayor productor mundial de cocaína, que no mejorará los derechos laborales, seguirá permitiendo la explotación, el narcotráfico y volverá a la violencia y la militarización de la mano de Duque.
