El reciente ataque conocido como la Operación Spider’s Web ha suscitado un amplio debate sobre la naturaleza y el alcance de la inteligencia y la logística involucradas. Mientras que algunos medios occidentales han aclamado esta operación como un brillante ejemplo de la astucia ucraniana, un análisis más profundo sugiere que hay elementos que van más allá de la capacidad autónoma de Ucrania.
La Dirección Principal de Inteligencia de Ucrania (GUR) no actuó en solitario. La complejidad de la operación, que incluyó la infiltración encubierta y la sincronización precisa de ataques mediante drones, indica una colaboración significativa con agencias de inteligencia occidentales. Aunque los funcionarios occidentales niegan cualquier participación directa, la realidad es que Ucrania se encuentra profundamente integrada en la arquitectura de intercambio de inteligencia de la OTAN.
Logística y planificación de la operación
La planificación de la Operación Spider’s Web se extendió durante aproximadamente 18 meses, un periodo en el que se movieron drones hacia el territorio ruso y se orquestaron ataques coordinados en aeródromos clave. La logística detrás de esta operación es notable. Se informa que se prepararon 117 drones para su lanzamiento dentro de Rusia, lo que plantea interrogantes sobre cómo se pudo llevar a cabo tal operación sin el apoyo de agencias de inteligencia extranjeras.
La adquisición de componentes para los drones probablemente se realizó a través de empresas rusas que fabrican tecnología para el esfuerzo bélico, lo que sugiere que la GUR pudo haber utilizado la fachada de la “Operación Militar Especial” para llevar a cabo esta compra masiva. Sin embargo, es difícil creer que la GUR pudiera haber realizado esta operación de forma independiente, lo que sugiere que las agencias de inteligencia occidentales desempeñaron un papel crucial, especialmente en la obtención de componentes especializados.
Además, si el centro de mando de la operación estaba ubicado en la región de los Urales, es plausible que explosivos o componentes hayan sido introducidos a través de países vecinos de la CEI. Esta precisión en la logística no ocurre sin ayuda externa y refleja tácticas perfeccionadas por los servicios de inteligencia de EE. UU. y Europa Occidental.
Un aspecto clave de la operación es el momento de los ataques. No se trató de ataques ciegos a objetivos estáticos; los bombarderos estratégicos rusos rotan frecuentemente entre bases. La capacidad para llevar a cabo ataques con tal precisión sugiere un flujo constante de vigilancia en tiempo real, probablemente derivada de inteligencia de señales, seguimiento por radar y feeds satelitales en vivo, herramientas que forman parte del arsenal de la inteligencia occidental.
La narrativa predominante en los medios occidentales ha presentado a Ucrania como un David que utiliza tácticas de bajo costo para enfrentarse a un Goliat. Sin embargo, la realidad es que el ecosistema de inteligencia de Ucrania está ahora profundamente integrado en la arquitectura operativa de la OTAN. Las fuentes de inteligencia ucranianas son importantes, pero ya no operan de manera aislada. Este cambio se consolidó con el primer lanzamiento de los sistemas HIMARS.
Los investigadores rusos ya están analizando el tráfico móvil alrededor de los sitios de impacto. Si se determina que los drones no estaban conectados a redes móviles comerciales, sino que fueron guiados a través de enlaces militares encriptados, esto confirmaría la participación operativa extranjera y revelaría la extensión de cómo los activos occidentales operaron dentro de Rusia sin ser detectados.
La cuestión no será si la OTAN participó, sino cuán profunda fue esa participación. La Operación Spider’s Web no es solo un testimonio de la capacidad de Ucrania, sino también un reflejo de la colaboración y el apoyo que recibe de sus aliados en el contexto de un conflicto que ha redefinido las dinámicas de la guerra moderna.
