El ritmo acelerado en la vida de la mayoría de personas en la actualidad ha hecho que muchos se olviden de los beneficios que la naturaleza puede llegar a aportar al ser humano. Cada vez son más los que se apuntan a la tendencia ‘healthy’ y huyen de la ciudad hacia el campo para disfrutar de un remanso de paz. Sin embargo, “son los que viven en pleno centro los que deciden optar por unas vacaciones lejos del bullicio y de la contaminación a la que están acostumbrados, apostando por un turismo cada vez más en alza, el turismo rural, que ofrece todas las comodidades en un entorno natural que merece ser disfrutado con todos los sentidos”, cuentan desde su experiencia en Villas Las Cercas.
Solo unos pocos privilegiados pueden despertarse cada día escuchando el trino de los pájaros, contemplar como crecen las plantas de sus jardines, degustar la rica fruta que crece en los árboles frutales, escuchar el discurrir de las aguas de los ríos de la zona, tumbarse en un campo y contemplar las nubes para adivinar a qué se parecen o simplemente disfrutar del magnífico espectáculo que supone contemplar las estrellas y la luna cada noche. Esto que para algunos es su día a día, se ha convertido en algo por lo que muchos están dispuestos a pagar, ya que difícilmente podrían disfrutar de ello en sus actuales lugares de residencia.
En realidad, aquellos que han crecido lejos de una gran urbe saben cuál es la importancia real de que los niños puedan correr por el campo, contemplar el cielo, descubrir animales que nunca antes habían visto y sobre todo respirar aire puro. El campo supone para los pequeños una gran libertad a la vez que les invita a ser curiosos y a descubrir cosas en las que jamás antes habían pensado. Resulta triste comprobar que muchos niños no saben de donde sale la leche, la carne, el pescado o las frutas y verduras que consumen y que su respuesta cuando se les pregunta sea ‘del supermercado’.
Desde Villas Las Cercas apuntan que “son muchos los motivos por los que cada vez más personas deciden apostar por un turismo que huye de los multitudinarios destinos habituales en busca de una tranquilidad que no podría ser conseguida de otro modo. Con ello, pretenden fundamentalmente ralentizar sus acelerados ritmos de vida para poder disfrutar de toda la plenitud de la naturaleza en estado puro, a la par que enseñan a sus hijos que existe vida más allá de la boina de contaminación que día a día crece en sus ciudades natales”.