Cualquier disciplina sanitaria que se precie necesita de una serie de pruebas que ayude a los especialistas en la materia no solo a dar veracidad al diagnóstico sino también a poder actuar en consecuencia y plantear los tratamientos necesarios para mejorar la salud.
Esto, que parece que no se pone en duda cuando se accede a un hospital, ha tardado tiempo en entenderse en la práctica dental.
Los dentistas, al igual que otros especialistas clínicos, necesitan de una serie de métodos auxiliares de diagnóstico que les sirvan para disponer de análisis objetivos que completen su intuición y experiencia con la realidad de la salud bucodental de sus pacientes.
¿Cuáles son estas pruebas?
“Aunque a muchos pacientes les sorprenda, dependiendo del tipo de tratamiento o intervención se necesite hacer será necesario contar con pruebas de laboratorio que hablen de la tolerancia a los antibióticos, por ejemplo, o al correcto funcionamiento hepático” explican desde Domínguez Aparicio, una reputada clínica dental en Tenerife.
No hay que olvidar que una prueba recurrente pueden ser los cultivos para conocer los microorganismos que pueden estar presentes en algún tipo de infección bucodental o que sean los responsables de alguna patología concreta.
A este tipo de pruebas de laboratorio se suman las pruebas de diagnóstico como las radiografías dentales, tanto intraorales para conocer la anatomía de una pieza concreta de la raíz a la corona o extraorales como la ortopantomografía para ver la anatomía completa de la boca al completo y que sirve de referente para ver la posición dental. Pero esto son solo dos ejemplos de una larga lista de opciones que, gracias a los rayos x, pueden ayudar a la hora de tomar decisiones.
“Hay que pensar que la tecnología avanza para muchas cosas y que, gracias a ella, el diagnóstico y los tratamientos, aparte de ser cada vez más personalizados, se adaptan mejor gracias al software, el uso de las 3D o incluso los escáneres” concluyen.